Un apreciado amigo, psicólogo de profesión y gran conocedor del alma humana, afirma que nunca es perjudicial dar excesivo amor a un niño pero sí que éste sufra por la falta de él. Sobre eso trata, precisamente, De padres a hijas. Una joven psicóloga, muy sensible, sigue sufriendo por las heridas de la infancia puesto que padeció mucho debido a la enfermedad mental de su padre, un famoso escritor al que adoraba. Su vacío le ha convertido en una adicta al sexo hasta que aparece el que puede ser el hombre de su vida… Este drama destinado, fundamentalmente, a un público femenino plantea el miedo al compromiso, el egoísmo o la soledad, al mismo tiempo que sabe tratar con bastante sutileza la parte más sórdida de la historia: esa adicción de la hija ya adulta (a la que da vida Amanda Seyfried) y la tragedia de su vida debido a ello. Russell Crowe, al igual que en su papel en Una mente maravillosa, encarna a un hombre muy inteligente pero con las facultades mentales alteradas que, tras un gravísimo accidente de coche, se verá enfrentado a la lucha por la custodia de su hija. Se trata de un personaje muy complicado de interpretar pero del que el actor neozelandés sale del reto de forma sobresaliente, puesto que consigue conmover en varias escenas, especialmente en aquellas en las que está, frente a frente, de la estupenda niña Kylie Rogers, a la que habrá que seguir sus pasos profesionales (en el 2016 la veremos en Miracles from heaven, una película cristiana). El director italiano Gabrile Muccino se mueve bien el terreno del drama puesto que también es el responsable de películas como En busca de la felicidad o Siete almas, ambas protagonizadas por Will Smith. Muccino ha contado para el guión con el debutante Brad Desch a quien hay que felicitar por la sensibilidad de la historia pero indicarle que es algo reiterativa en los encuentros sexuales de la protagonista. Para: Los que les agraden los buenos melodramas aunque contengan alguna escena "dura" Juana Samanes