Una aclaración,  La última lección no es una de esas historias sobre profesores que cambian la vida a sus alumnos por su pasión por la enseñanza, sino una turbia historia sobre un interino, Pierre Hoffman, que tiene que hacerse cargo de unos alumnos, de altas capacidades, muy  impresionados tras el intento de suicidio de su tutor durante una clase. Pronto, Hoffman descubrirá que la hostilidad y los extraños hábitos de estos jóvenes se deben a algo más oscuro y enigmático.

Inspirada en la novela de Christophe Dufosse, editada en 2002, La hora de la salida, Sébastien Marnier dirige un relato de suspense donde se intuye, desde el comienzo, al igual que lo hace el profesor, que algo tremendo preparan ese grupo cerrado de alumnos, tan raritos en su comportamiento como impertinentes.

La parte que pretende ser original de la trama es que lanza un mensaje ecologista, una denuncia sobre el maltrato que los humanos damos a la Naturaleza, pero lo hace con el tono apocalíptico que suele presidir estas teorías.

El arranque logra intrigar, pero una serie de elementos narrativos innecesarios así como la ausencia de normalidad de la mayoría de los personajes que aparecen en la pantalla, el claustro y los alumnos son todos ellos una especie de monstruitos, hacen que el desenlace interese menos de lo que auguraba el arranque. 

Se trata de la segunda película como director de Sébastien Marnier, que también insiste en que pretendía describir la crisis existencial que sufre el protagonista, prácticamente el único personaje salvable de la película.

Para: los que estén de acuerdo con las teorías de que los humanos estamos destruyendo el Planeta