El cineasta de origen indio que se hizo mundialmente famoso con El sexto sentido (1999) ha involucionado en su cine desde que comenzó hace veinte años, aproximadamente. Es decir, sus últimas películas La visita, Múltiple y la que nos ocupa, parece que sólo buscan conseguir el sobresalto del espectador, mientras en las primeras, aparentemente, además de suspense, pretendían cierta seriedad argumental.

Han transcurrido 16 años desde que sucedieron los acontecimientos de El protegido y David Dunn se ha convertido en el ángel guardián de los ciudadanos de Filadelfia, es conocido con el apelativo de El Supervisor y en su labor de superhéroe le ayuda su hijo, que ahora es adulto. El secuestro de cuatro chicas, por parte del asesino múltiple Kevin Wendell Crumb, los enfrentará cuerpo a cuerpo, con un resultado bastante singular: ambos son encerrados en el Hospital de Investigación Psiquiátrica Raven Hill Memorial bajo la supervisión de la Dra. Staple, especializada en un tipo específico de delirio de grandeza e interesada por personas que se creen superhéroes. En ese centro también se encuentra un tercer paciente que sufre la misma supuesta enfermedad, Elijah Price.

Aquí, Shyamalan vuelve a mezclar suspense y fantasía, al realizar el curioso experimento de unir las narrativas de dos de sus películas más conocidas: El protegido y Múltiple. El resultado es bastante irregular porque siempre es complicado mezclar “churras con merinas”, ya que ambas cintas, si se analizan, tienen poco que ver en sus contenidos. Por ello, aunque se rinde homenaje al comic y, argumentalmente, se asemeje a El protegido, en su desarrollo da demasiada “cuerda” a las variadas personalidades del peligroso Crump.

Otro error de la película es su “buenismo”, planteado aquí como situar en la misma cesta a héroes y a villanos, por aquello de que en el fondo son diferentes al resto de los mortales y, en ocasiones, como el caso de Crump o Price, asesinos como consecuencia de las vivencias que han sufrido. Algo bastante discutible. 

Para: los que sigan a Shyamalan haga lo que haga