Tras este título, de marcado carácter deportivo, se encuentra una excelente película sobre la lucha de dos tenistas sobresalientes que tenían más en común de lo que a simple vista parecía. El punto álgido de sus enfrentamientos fue la final de Wimbledon del 5 de julio de 1980.

Januz Metz consigue atraer la atención gracias a que no solo describe esos hechos recogidos en la historia del deporte de la raqueta sino que vuelve atrás en el tiempo para analizar la personalidad de ambos tenistas y, de alguna forma, cómo forjaron su posterior triunfo en las canchas.

La cinta es emocionante, está bien narrada, cuenta con un montaje ágil (que mezcla imágenes ficcionadas con otras reales del encuentro) y, además, entre sus incuestionables aciertos ofrece unas actuaciones sobresalientes de Sverrir Gudnason y Shia LaBeouf, encarnando a Borg y McEnroe, respectivamente.

Para: Los que les gusten los dramas bien resueltos. Imprescindible para los amantes de este deporte