La niñera pluscuamperfecta imaginada por PL Travers, en 1934, vuelve al cine. No es novedosa argumentalmente porque, aunque este largometraje desarrolla su acción 25 años después del film primigenio (1964), si uno repara detenidamente en la estructura de su guión, se trata de un “reboot”, una revisitación de la historia original con pequeños cambios.

Michael Banks, que era un niño cuando Mary Poppins solucionó los problemas de su familia, es ahora hombre adulto, un viudo padre de dos menores que se encuentra en dificultades económicas. Con mentalidad de artista, trabaja con un empleo temporal en la misma institución financiera donde su padre y su abuelo lo hicieron antes que él. En plena década de los 30, y sin haber superado la Gran Depresión del año 1929, Michael puede quedarse en la calle con sus pequeños. Por ello la niñera, que visitó a los Banks en el pasado, vuelve a hacerlo y a poner en marcha sus habilidades mágicas.

El regreso de Mary Poppins es una película amable y, al mismo tiempo, adecuada para todos los públicos. Así, lo mejor es la elección de la actriz Emily Blunt, que está maravillosa en el papel de la niñera mágica. A su presencia habría que sumar una puesta en escena que es brillante, alegre y optimista, como debe ser un largometraje destinado a un público familiar. No obstante no es una película redonda. De tal forma que hay elementos que “fallan” en este musical: no hay canciones pegadizas y “con gancho” como contaba la primera película, y el actor Lin-Manuel Miranda, sustituto de Dick Van Dyke, que es farero no limpiachimeneas, indudablemente no genera la simpatía del  cómico clásico. Más aún, alguna secuencia que pretende ser original, como en la que aparece Meryl Streep, resulta innecesaria y es lo más flojo de la película.

En cuanto a contenido, Rob Marshall y sus guionistas han apostado por incluir dos problemáticas actuales: los desahucios por impagos y el trabajo temporal, repitiendo la denuncia a la codicia de los bancos, y sus banqueros, como ocurría en el film original. No obstante ellos afirman que el mensaje con el que quieren que se quede el público es el que defendía la creadora de Mary Poppins, la escritora PL Travers: “cuando llegamos a la edad adulta, nos volvemos cínicos e incrédulos y olvidamos cómo se ve la vida a través de los ojos de un niño”.

Para: Aquellos, sobre todo aquellas, que les encantó la película original y quieren ver ésta con sus hijas