La familia Gardner se muda a una granja remota de Nueva Inglaterra. Mientras todavía están aclimatándose a su nueva vida un meteorito se estrella en su patio, liberando un extraño ser que se esconde en el fondo del pozo. Pronto la misteriosa criatura parece fundirse en la tierra, infectando el terreno con un color brillante de otro mundo. La familia, aislada, empieza a descubrir el peligroso poder de ese ser que les enferma y les transforma el carácter…

El reconocido autor H.P. Lovecraft, especialista en historias de terror, escribió Color out of space en el año 1927, y es uno de sus relatos fantásticos más renombrados. El director Richard Stanley ha realizado una adaptación fiel respecto al texto literario.

Aunque al frente del reparto se encuentra  Nicolas Cage, muy dado a  protagonizar películas “digestivas” de escasa calidad, en esta ocasión realiza una buena interpretación, al igual que su hija en la ficción, encarnada por Madeleine Arthur. De hecho, el arranque logra tensar y captar la atención pero, a medida que avanza y se vuelve más explícita y gore, se va “rayando” argumentalmente. No puede decirse que sea una mala película dentro del género pero no aporta nada más más allá de una visión apocalíptica del futuro del ser humano.

Sin duda, uno de los retos de la película, que se ha superado con nota alta, es la parte visual porque los relatos de Lovecraft son difíciles de trasladar correctamente en imágenes por su elevado onirismo. Aquí destaca el trabajo realizado en el apartado de efectos especiales y fotografía para recrear ese color-veneno que llega a intoxicar y trastocar todo lo que alcanza, responsabilidad del equipo supervisado por Filipe Pereira y en la parcela fotográfica por Steve Annis.  

Para: los que les gusten los relatos de Lovecraft, que era bastante agorero en sus visiones futuristas.