Daniel Calparsoro está considerado como uno de los directores españoles que mejor ruedan escenas de acción. Ahora, en colaboración con el respetado guionista Jorge Guerricaechevarría (Celda 211), da un salto mortal intentando dar más peso en esta película a lo dramático. Seis hombres armados irrumpen, en pleno aguacero, en una entidad bancaria de Valencia. Por su forma de actuar se percibe que no son novatos. Quieren perpetrar un atraco rápido y limpio en el que nadie salga lastimado, pero las cosas se complican cuando la directora de la entidad le confiesa a uno de ellos que hay una caja con un contenido muy relevante… Este es el trepidante arranque de  Cien años de perdón, con el que el director Daniel Calparsoro no sólo pretende hacer un thriller de acción (similar a sus anteriores películas Invasor y Combustión) sino narrar una historia de amistad y personajes, que tiene como trasfondo la actual corrupción política. Con una trama llena de sorpresas, secretos y recovecos, donde se dan giros argumentales, resulta muy recomendable reparar en dos secuencias donde se aprecia el talento de Calparsoro en las escenas de movilidad: la inicial, con un asalto muy intenso, rodado de forma impecable, y las que transcurren en los túneles subterráneos llenos de agua, lo que hizo seguramente muy difícil su filmación. Debido a que se trata de una coproducción entre España, Francia y Argentina, encontrarán actores bien dirigidos de éste y del otro lado del charco, lo que se traduce en unas interpretaciones muy creíbles. Así reconocerán a los españoles: Luis Tosar, Patricia Vico (esposa de Calparsoro en la vida real), José Coronado, Raúl Arévalo o Marián Álvarez y a los argentinos Rodrigo de la Serna, Luciano Cáceres y Joaquín Furriel, éste último interpretando a "El loco", un atracador descerebrado que es el detonante de casi todas las situaciones de humor, y de desastres, que se producen en la consecución de ese atraco. Sin violencia gratuita, lo mejor de este filme siguen siendo las escenas de acción: ese robo y ese plan de escape que parece imposible. La subtrama de crítica político-social seguramente agradará a una parte del público pero se enreda y alarga innecesariamente. En esta apuesta cinematográfica abundan los personajes con claroscuros, de ahí que el cineasta se decidiera para el título de esta cinta por la segunda parte de un conocido refrán español: "Quien roba a un ladrón, tiene cien años de perdón". Para: Los que les gusten las pelis de atracos con sorpresa y no les importe que se narren "lugares comunes" sobre corrupción política Juana Samanes