Nada más comenzar la Segunda Guerra Mundial, Dovidl, un niño judío llega Reino Unido como refugiado desde su Polonia natal. Tiene solo 9 años pero ya es un pequeño virtuoso del violín lo que favorece que sea acogido por una familia británica como un hijo más, y que se convierta en el nuevo “hermano” Martin.  Años después, cuando Dovidl está a punto de ofrecer su primer y esperado concierto, desaparece pocas horas antes sin dejar rastro, provocando la vergüenza y la ruina de la familia que le adoptó. Un hecho que destrozará la vida de Martin quien, ya en su madurez y ante una serie de indicios, iniciará un viaje para dar respuestas a preguntas silenciadas durante muchos años.

La música ha estado siempre presente en la carrera del director canadiense François Girard, y La canción de los nombres olvidados no es una excepción. Se hizo famoso, fundamentalmente, gracias a su film El violín rojo que obtuvo el Oscar, en 1998, a la mejor banda sonora. En este bello drama Girard reúne  temas de calado; se habla de la arrogancia de algunos cuando se posee talento, de egoísmo, de la incapacidad para ser agradecidos, teniendo como telón de fondo las terribles consecuencias del holocausto judío. Pero, sobre todo, de cómo se afronta la pérdida de un ser querido.

Inspirada en la novela homónima del crítico musical Norman Lebretch, a éste la idea le surgió la idea cuando se desarrollaba la Guerra del Golfo y fue consciente de la fragilidad del ser humano y cómo cualquier acontecimiento histórico sacude, de forma inmisericordia, su existencia.

Con una cuidada puesta en escena, admirable puesto que se preocupa de reflejar con verosimilitud los escenarios de tres épocas históricas diferentes, en su desarrollo tiene peso la parte musical, cuya banda sonora ha corrido a cargo del tres veces ganador del Oscar, Howard Shore (El Señor de los Anillos, El silencio de los corderos, Philadelphia), pero ese apartado es un mero vehículo pero no sustancial, puesto que Girard quería que ésta fuera la complicada relación entre esos dos hermanos.

Girard realizó un casting exhaustivo para encontrar a los intérpretes adecuados para encarnar a la pareja protagonista en las diversas etapas de su vida. Ahí destaca, el niño Luke Doyle, que interpreta a Dovidl, entre los 10 y los 13 años, un verdadero prodigio del violín en la vida real que fue seleccionado por ello puesto que no poseía ninguna experiencia previa como actor. Todo lo contrario a los tres intérpretes “de campanillas” que encarnan a los principales personajes en su madurez: Tim Roth, Clive Owen y Catherine McCormack.

Para: aficionados a los dramas de calidad y aquellos que les interesen historias sobre el Holocausto.