A modo de catarsis, el director Pedro Almodóvar “se desnuda” anímicamente y pone sobre el tapete todo tipo de sentimientos que ha experimentado en su vida. Sin duda, Dolor y gloria es la película que resulta más sincera de las dirigidas por el cineasta manchego, quizás porque ha volcado en ella muchos elementos autobiográficos, aunque él se limite a definirla como la más personal de su filmografía.

Salvador Mallo es un director de cine retirado, que se encuentra en un tremendo bache personal y profesional. Sin embargo, por una serie de circunstancias y reencuentros, recordará su infancia, cuando emigró con sus padres a Paterna en los años 60, su primera historia de amor, y de ruptura, y el consuelo que encontró en la escritura para olvidar.

Antonio Banderas, en la mejor interpretación de su carrera profesional, es el alter ego en pantalla de Almodóvar, por mucho que éste último lo niegue, porque llega incluso a moverse y a expresarse facialmente como el director. La cinta se desarrolla en dos tiempos: el presente y la infancia del protagonista, resultando la parte que se introduce por flash back la más atractiva de la película. En esos recuerdos infantiles sí que encontramos un homenaje auténtico y real a la madre del director, no en la falsa Todo sobre mi madre, a la que retrata como una mujer de pueblo de gran sensatez, una luchadora  admirable para sacar a su hijo adelante a pesar de la pobreza. Penélope Cruz está muy auténtica metiéndose en ese personaje en su etapa de juventud. También destaca la actuación de Julieta Serrano, que encarna a la madre de Salvador en la vejez, con quien mantiene diálogos que se intuye son un calco de la realidad.

En cuanto a la parte argumental, que se desarrolla en su madurez, es más ralentizada y discursiva y, en ella, el manchego aporta su cosmovisión en temas como la soledad, la muerte o el amor,  dejando clara su permisividad ante cualquier tipo de afectos y relaciones. Un apartado donde resulta palpable que somos cuerpo y alma y, por tanto, o se vive como se piensa o se acaba pensando como se vive.  

Para: los que sigan la filmografía del director manchego