Si les encantó La vida es bella, quédense con el título de esta agradable tragicomedia, Amor a la siciliana, porque, como en la película de Roberto Benigni, amor y tragedia se mezclan en este filme que denuncia los tentáculos de la Mafia. Ambientada en julio del año 1943, cuando las fuerzas aliadas están a punto de desembarcar en Sicilia, Arturo, un joven italiano que vive en Nueva York, se alista voluntario en el ejército para volver a su tierra natal a pedir la mano de su amada Flora a su padre. Éste resulta ser el hermano de un jefe de la Mafia, mano derecha de Lucky Luciano. El comediante y destacado guionista PIF ha hecho un triple salto mortal porque es director, escritor y protagonista de este encantador largometraje que pasa de la risa al desconsuelo, sin solución de continuidad. En esa línea pocas veces se había visto retratado con tanto gracejo en el cine los desembarcos aliados en países conquistados por los nazis, pero tampoco el enfoque sobre  las retorcidas maniobras de la Mafia. Porque la imaginación y el humor se dan la mano en multitud de momentos como el descenso desde el cielo en burro de nuestro protagonista, la pasión que uno de los vecinos sicilianos demuestra por la estatua del Duce o el juego que da una fotografía-selfie hecha con desacierto. Con este filme, el autor (PIF) sigue la estela marcada por su multipremiada cinta La mafia uccide solo d'estate, del año 2013, donde retrataba de forma cómica la historia de Sicilia, entre 1970 y 1990, cuando la Mafia campaba a sus anchas. Amor a la siciliana fue nominada, este año, a seis premios Donatello (la correspondencia italiana de nuestros Goya). Para: Los que les gusten las películas amables que les sorprendan por su argumento Juana Samanes