Decíamos ayer que el error occidental de demonizar a Putin podía abrir la vía a una nueva Guerra Fría y ya la tenemos. Así, a la reunión del G-8 (G-7, tras expulsar a Rusia) en Canadá, con el hortera de Justin Trudeau como anfitrión, ha seguido la del G-8 ruso, el Grupo de Shanghai, enfrentado al primero, que Rusia ha creado junto a China, India, Paquistán, Irán, Kazajistán, Mongolia y alguno más.

Y esperen que no se unan Indonesia y el primer país hispano, Filipinas. No en vano se llaman Organización de Cooperación de Shanghai, pero son asiáticos. Rusia es europea y asiática (Siberia): ahora tiende hacia los amarillos. Todo un error de Occidente por demonizar a Vladimir Putin. Trump, apoyado por Italia, ha sido el único en pedir que Moscú vuelva a Occidente.

A su expulsión del G-8 occidental, Putin ha respondido con la creación del G-8 oriental

Esos países componen mas de la mitad de la población mundial, oriental, cristófoba, con la posible excepción, precisamente, de Rusia, enfrentada a un Occidente menor en número e igualmente cristófobo, sólo que desde el capitalismo y la globalización y con la atadura añadida de un ecopanteísmo que se ha mostrado un verdadero veneno para la sociedad occidental.

Todo porque Occidente no ha sabido comprender a Rusia y la ha expulsado de su seno. Así, la pesadilla de la unión entre Moscú y Pekín (y ojo, que la pesadilla sería mayor con la unión de la panteísta Nueva Delhi) se hace realidad en el nuevo G-8 oriental.

Vuelve a Guerra fría, siempre en peligro de convertirse en caliente y vuelve la bipolaridad enfrentada. 

Siete contra ocho. Nueva bipolaridad: hemos abierto el camino hacia la guerra

Ojo, sólo hay algo que une a los dos G-8, a la nueva guerra fría del planeta: su cristofobia. China, Rusia e India se han pasado al capitalismo salvaje, mientras en el otro lado, líderes antaño cristianos, como Trudaeu, Merkel, etc., al frente de países antaño cristianos, como Francia o Italia, arremeten contra el basamento cristiano de Occidente. Igualito que Pekín y Delhi. Por no añadir Paquistán, otro miembro de los ocho donde a la persecución hindú a los cristianos une el anticlericalismo musulmán. O Irán, que junto a Rusia, poseen más del 30% del gas mundial, es decir, la energía clave del futuro.

La única mirada clara en Occidente parece ser la de Donald Trump.