Les llaman el “squad” (equipo) y con ello se refieren a las congresistas más radicales del Partido Demócrata en el Capitolio. Dos de ellas musulmanas, o sea, dos terceras partes de los congresistas mahometanos del Legislativo norteamericano. A la más peligrosa, la islámica de origen somalí, Ilhan Omar, ya se la presentamos en sociedad aquí, en Hispanidad. Una señora salida como representante del pueblo de Minneapolis, precisamente donde mataron a George Floyd y que aprovechó la muerte del icono demócrata (¡qué cara más dura tienes, Biden!) para exigir la retirada del presupuesto de la policía de la ciudad, es decir, para cerrar la policía.

Viene todo esto a cuento del curioso -otro más, esto sí que es ‘otro más’- atentado contra el Capitolio del pasado Viernes Santo. Un energúmeno arremete contra una barrera policial ante el legislativo norteamericano. A continuación, sale con un cuchillo a matar policías y, naturalmente, estos sacan sus armas y le matan a él. Ojo, en defensa propia, no como a la asaltante pro-Trump de tres meses atrás, Ashli Babbitt, a la que sencillamente los guardaespaldas ejecutaron de un disparo, siendo que iba desarmada.

Lástima, otra oportunidad perdida para bautizar al terrorismo fascista

Naturalmente, el día de Viernes Santo nuestro ‘agitprop’ progre se puso en marcha de inmediato. Los corresponsales de medios españoles en USA -¡Joé, qué tropa!- no tardaron un segundo en relacionar ambos hechos mientras Joe Biden lamentaba la tremenda polarización del país… naturalmente producto de la pérfida era Donald.

Todo estaba preparado para sacar a la luz al fanático ultraderechista pro-Trump que por segunda vez en tres meses intentaba asaltar la sede de la soberanía popular. Los republicanos pillados en flagrante delito terrorista. Bastaba con escuchar las crónicas de aquellas horas de la siempre laboriosa Cristina Olea (le paga RTVE, no Joe Biden) para esperar lo deseado.

La manipulación es tan evidente que aquí el engañado es culpable

Y llegó el chasco. Resulta que el asaltante era un energúmeno musulmán, afrodescendiente, simpatizante de la Nación del Islam, un grupo fanatizado que une la lucha contra el racismo blanco con el fundamentalismo islámico. Es decir, dos fanatismos en uno, con su ramalazo de supremacismo… negro.

¿Existe una relación personal entre Nación del Islam, nacida en los años 30 del pasado siglo, donde acabara Malcolm-X, y el Black Lives Matter (BLM) que llevó a la Casa Blanca a los sectarios Joe Biden y Kamala Harris? ¿Relación personal entre Nación del Islam, nacido en los años 30 del pasado siglo y Black Lives Matter (BLM), nacido anteayer, un movimiento neocomunista, bien representado por la vicepresidenta Kamala Harris y por la congresista majadera Ilhan Omar? Personal no, ideológica desde luego. Es lo mismo, Y es a lomos del BLM –bueno y del virus chino- como Joe Biden alcanzó la Casa Blanca y ha creado la Administración más ultra (ultra-izquierdista, se entiende) desde hace 100 años, tras una caza del hombre como no se recuerda en toda la historia reciente de los Estados Unidos.

La peligrosa deriva radical del Partido Demócrata

Al final, menos mal que Noah Green resultó un afroamericano islamizado, con lo que ni los más retorcidos manipuladores del Nuevo Orden Mundial (NOM) pudieron hacerlo pasar por un nuevo asalto al Congreso de Donald Trump. La pobre Nancy Pelosi se quedó con las ganas.

Y naturalmente, el asaltante era negro, islámico… pero estaba loco. Si eres afroamericano y musulmán sólo haces esas burradas si sufres profundas depresiones. Otra cosa es que seas blanco y cristiano: entonces eres un canalla que cometes barbaridades en pleno uso de tus facultades mentales y con muy mala uva.

Esto está tan claro que aquí el engañado es culpable, pero asombra la peligrosa deriva radical del Partido Demócrata. La verdad, ¿qué se puede esperar de un partido dirigido por dos católicos aborteros: Joe Biden y Nancy Pelosi?

En cualquier caso, lástima: lo de Noah Grenn ha constituido otra oportunidad perdida para bautizar al terrorismo fascista.