No se pierdan el Vídeo del Pastor. De acuerdo, son seis minutos, pero merece la pena. Profundo y jocoso análisis del aborregamiento global en el que ha caído la humanidad, por el miedo histérico provocado por el coronavirus. Estamos vendiendo nuestra libertad por un plato de lentejas. Asistimos, además, al primer síndrome de Estocolmo de la era Internet. O sea, global.

Casi las dos terceras partes de la humanidad, presa del pánico ha renunciado a su libertad, por de pronto libertad de circulación, de la que dependen tantas otras libertades, sin que con ello se haya logrado detener al virus.

Es más, aunque ahora se suman, otros, como el francés Macron, los dos resistentes ante el lavado de cerebro mundial, global y universal, son los dos ‘ultras’ del planeta tierra: el norteamericano Donald Trump y el brasileño Jair Bolsonaro que han exhibido más sentido común ante la pandemia.

Trump ha dicho que hay que volver al trabajo. Bolsonaro ha sido más explícito: nos vamos contagiar más del 70% de la población, pero si encima de contagiarnos nos quedamos cruzados de brazos, entonces nos morimos de hambre.

Sin salud no hay economía, responde el ministro de Sanidad español, Salvador Illa. Muy cierto, ministro y sin economía no hay salud. Hay ruina y penuria. Pero es que, además, el problema es que el arresto domiciliario, además de liberticida, encima no ha resultado eficaz. La prueba está en España: el país con más contagiados y con más fallecidos del mundo por habitante, así como el país con más sanitarios afectados sobre el número total de habitantes… es, al mismo tiempo, el Gobierno que ha adaptado las medidas más drásticas -y presume de ello. Las medidas más drásticas. O sea, más liberticidas, contra el virus.

Y así llegamos a un problema aún más grave que el coronavirus: el discurso cultura imperante, el del Nuevo Orden Mundial (NOM), el de la progresía, el de lo políticamente correcto, que ha impuesto un pensamiento único global y, quien se atreva a disentir, simplemente es tachado de ultra y condenado al ostracismo.

Por ejemplo todo los católicos, todos ultras. Bueno, los católicos progres, los raritos, no..

Hemos creado una sociedad de borregos confinados. Y a los pocos rebeldes, ejecutadlos.