• El sector bancario se ha convertido en una especie de cadáver que alguien, por ejemplo los reguladores, mantiene en pie con el dinero de todos.
  • Es como una obra de caridad de la ciudadanía con los banqueros.
  • ¿Los tipos bajos son malos? No. Con ellos se obliga a la gente a invertir en el bien común.
  • Y así, el rentismo, uno de los grandes males de nuestro tiempo, tiende a desaparecer.
  • Los mercados financieros han desnaturalizado el dinero.
"Lower for longuer". Tipos cero durante cinco, seis, siete años. Como en Japón. Y el Brexit provocará más bajadas de tipos, si ello fuera matemáticamente posible (lo es, existen los números en negativo). Todos juntos caminemos hacia el manicomio. Porque, en efecto, lo lógico es que, con tipos negativos, todos los bancos echaran el cierre. Este es el grito de guerra, o de rendición, en el sector bancario europeo. Es decir, que hemos conseguido que los bancos entren en estado de quiebra permanente. Pero ojo, será una quiebra permanente y sostenible, porque el sector se ha convertido en una especie de cadáver que alguien, por ejemplo los reguladores, mantiene en pie con dinero de todos. Es decir, que lo sostenemos entre todos. Es como una obra de caridad de la ciudadanía con los banqueros, aunque se trate de una caridad sin mérito moral, porque es caridad forzada. De hecho, todos los bancos deberían cerrar pero, al parecer, a muchos no les parece una buena idea. Y ahora ¿qué pasa con las ampliaciones de capital para cubrir los recursos propios? Puede que se trate de un círculo vicioso. Los bancos vivirán gracias a sus comisiones. Fondos de inversión y cosas así. Pero se tratará de una agonía interminable. Y los tipos bajos, que destrozan a los bancos, ¿son malos? No necesariamente. Socialmente, obliga a la gente a emplear el dinero donde debe: para alimentarse, para ayudar a los demás a alimentarse o para producir algo, por ejemplo, alimentos. O sea, en invertir en algo creativo y para el bien común y no vivir de las rentas. Es decir, a lo mejor la crisis bancaria produce algo estupendo: el mensaje evangélico de no atesorar. El dinero es un medio, no un fin, pero los mercados lo convirtieron en eso, en el objetivo único. Los mercados financieros han desnaturalizado el dinero. Va a ser una época formidable. Y todo ello sin deuda. Eulogio López eulogio@hispanidad.com