Alguien ha pedido en Facebook que se escriba una historia de terror en cuatro palabras. Esta es la mía: No sé qué hacer.
En efecto, cuando no se sabe qué hacer, lo más lógico es suicidarse. 
Pero en la vida hay muchas cosas para hacer. Por ejemplo: vivir, que es el regalo más formidable que hemos recibido.

La melancolía nace cuando no se tiene un porqué para vivir, cuando no se tiene ninguna meta que afrontar.

Gilbert Chesterton aseguraba que una vez se compró un enorme pistolón. Armado con él se presentó en su boda. Tras la ceremonia, confesó que si su novia, ya esposa, no le hubiera conocido bien, podría haber pensado cosas horribles:

1.Que se iba a suicidar.

2.Que la iba a matar a ella.

3.Lo peor de todo: que se casaba con un abstemio.

Sin embargo, el pistolón le fue muy útil toda su vida. Cada vez que alguien le comentaba que no tenía ganas de vivir, le ofrecía su pistola y le animaba a pegarse un tiro. Descubrió que ninguno aceptó su amable invitación,

Era el mismo pensador que repetía aquello de: la primera forma de pensamiento es el agradecimiento. Agradecimiento por estar vivo.

100 años después, la enfermedad más terrible del hombre actual, la más extendida, es la depresión.

Reconozco que si no supiera que soy hijo de Dios me costaría encontrar una razón para vivir. Pero eso no quita que la vida sea una gozada.