• Para no liarse con las profecías: "debéis fiaros de las previsiones pero no vivir de ellas".
  • Sólo hay alguien más tonto que el que se cree todas las profecías: el que no se cree ninguna, ni tan siquiera las somete a juicio.
  • Todo apunta a que vivimos en una etapa fin de ciclo, que no fin del mundo.
  • Las profecías no se han hecho para predecir, sino para convertir.
  • Y fallan cuando el hombre, con su conversión, ablanda el rostro del Creador.
Esta que vivimos es una etapa fin de ciclo. En esto podríamos decir que hay consenso: todos tenemos esa sensación. Incluso en España, tierra de disenso oficial y guerra civil permanente. Ergo, vivimos una era de predicciones, vaticinios, sortilegios… y profecías verdaderas. Sí, sé que los falsarios representan el 99% de los que se autotitulan profetas. Mejor, representan el 100 por 100, pues la verdadera voz profética nunca presume de ello: se sabe un instrumento. Y más carbón al fuego: todo apunta a que vivimos en una etapa fin de ciclo, que no significa fin del mundo sino fin de la historia, de la historia de la redención, de la historia de la libertad… de la historia. En cualquier caso, hablamos de actualidad palpable: es cierto que en esta etapa fin de ciclo -que no fin del mundo- el demonio está muy activo pero Nuestra Madre del Cielo, la Señora, también. Centrémonos en la profusión de profecías. Decíamos ayer -creo- que las profecías no se habían hecho para predecir el futuro sino para convertir a quien las escucha. No es predicción de bola de cristal es conversión a Cristo. Se lo explico con palabras de Santa María a la 'profeta' madrileña Marga. Reparemos en 'declaraciones' más bien aclaraciones, de este cariz. Las recojo de su obra, recientemente publicada. Reinado Eucarístico: Ojo al dato: "Debéis fiaros de las predicciones pero no vivir de ellas". Entre otras cosas porque, "en los planes de Dios hay muchos planes. Si unos no salen, Dios emplea otros. Esa es la razón por la que unas cosas predichas luego no salen así. Tiene mucho que ver con vuestra fuerza de voluntad para cumplir el plan de Dios en vuestra vida". Lo que lleva a otra conclusión lógica: "Vosotros (los hombres) intervenís en la historia, vosotros hacéis cambiar los planes de Dios". Y esto no tiene por qué resultar negativo, dado que "los que dejarán de creer en ti porque no se ha cumplido lo que predijiste, ¡son tan pocos comparados con los que se han salvado y por eso no se ha llevado a cabo! (lo profetizado)". Y luego están los aficionados a la profecía: "Muchos (están) empeñados en que se cumpla una predicción tal y como la han interpretado ellos. ¿Por qué? ¿Quieren que Dios castigue al hombre? ¿Quieren verse a sí mismos dentro del castigo que esperan para sus hermanos? Y lo peor es el que patenta la profecía como invento personal: "¿No será (mejor) cuando Dios cambia sus planes, bien por la bondad de las almas, bien por su propia bondad?". Y recuerden: sólo hay alguien más tonto que el que se cree todas las profecías: el que no se cree ninguna, ni tan siquiera las somete a discernimiento. Ese no sólo evita equivocarse sino también convertirse. Eulogio López eulogio@hispanidad.com