Tres días han pasado y el regocijo general continúa. Pedro Sánchez tardará un tiempo en olvidar el ridículo del besamanos regio, acaecido un hilarante 12 de octubre de 2018. ¡Ya te dije, Pedro, que este pueblo tenía muy mala leche!

La creatividad se ha desbordado en Internet y el talento gráfico y montador se ha expandido por todo España.

Ha sido el puente más largo para el presidente del Gobierno, porque don Pedro Sánchez, para qué vamos a engañarnos, es un poco chulito; y, claro, las dos cosas que la chulería no puede permitirse son el ridículo y la clemencia. La segunda de grado, la primera por fuerza.

Y la salida del ridículo solo puede ir por dos vías: por la humildad del sentido del humor –reírse de uno mismo- o por la soberbia del orgullo herido. A ver por dónde sale don Pedro.

Se admiten apuestas.