• La cristofobia aumenta en el mundo a grandes pasos.
  • Y no sólo entre islámicos, también entre cristianos.
Un joven de 20 años se pone a disparar en una iglesia Baptista de Texas y asesina a 26 personas y hiere al resto que se encontraba en la Iglesia de una pequeña población. Para entender esto de las matanzas masivas, al menos en Estados Unidos, hay que distinguir entre los islámicos, los cristófobos (aquéllos también lo son) y los chiflados. Entre estos últimos abundan los desesperados, precisamente por vacío moral, por ejemplo, por ateísmo. Es decir, que, de alguna manera, o de todas las maneras, los tres grupos son cristofóbicos. De los yihadistas no voy a hablar: ya se ha hablado demasiado. Pero me sorprende el tercer grupo: un joven exmilitar que entra en una iglesia, precisamente en una iglesia, y se pone a disparar. Eso sólo se explica, además de por su chifladura, que no explica nada, porque la cristofobia aumenta en el mundo a grandes pasos. Hubo quien nos convenció de que un cura era, antes que otra cosa, un pederasta. Por las mismas, no cuesta mucho convencer a los desesperados de que todo tipo que reza es un, cuando menos, peligroso, cuando más, repulsivo: vamos a cargárnoslo. Es una especie de cristofobia no identificada ni por sus propios protagonistas. Pero claramente creciente. El chico de Texas ha asesinado en una Iglesia. ¿Casualidad? No lo creo. Estamos en la era de la cristofobia no identificada, pero igualmente homicida. Eulogio López eulogio@hispanidad.com