• El peor de los monopolios, el del Estado. ¿Por público? No, por grande.
  • ¿Cuál es la alternativa? Lo pequeño: la empresa familiar, el cuentapropismo, los autónomos, la familia.
  • Todo lo que proporciona al hombre sólo dos cosas: libertad y, si cupiera, felicidad.
El financismo, la etapa actual del capitalismo, se caracteriza por la fabricación de dinero, es decir, por el océano de liquidez en el que nos movemos. Siempre ha sido lo mismo: primero se nos dice que el monopolio es imposible y que el capitalismo nunca nos llevará hasta él. Luego se nos asegura que es inevitable porque los pequeños no tiene margen, no pueden subsistir. Finalmente, haciendo de la necesidad -forzada- virtud, el capitalismo nos explica que el monopolio es bueno; es más, es inmejorable, precisamente por eficiente. Y es que lo grande es maravilloso, nos asombra en su monstruosidad. Ahora, que sea justo, o que sea eficiente… eso es otra cuestión. Decíamos ayer, que esto es lo que está ocurriendo con la banca. Bancos cada vez más grandes que no resultan más eficientes sino más torpes y más opresivos. Eso por no hablar del peor de los monopolios, el del Estado. ¿Por público? No, por grande, por monstruoso y por monopolístico. ¿Cuál es la alternativa? Lo pequeño. La empresa familiar, el cuentapropismo, los autónomos y la familia. Todo lo que no es grande y proporciona al hombre sólo dos cosas: libertad y, si cupiera, felicidad. Eulogio López eulogio@hispanidad.com