• Entre otras cosas por el imperativo categórico de Immanuel Kant.
  • Llevado a su radicalidad, la homosexualidad provoca un pequeño detalle: la desaparición de la raza humana.
  • Y luego está la blasfemia contra el Espíritu Santo: el bien es mal y el mal es bien.
  • Además, la ideología de género alienta el enfrentamiento civil entre las dos Españas: la cristiana y la anticristiana.
  • Pero ojo: la culpa del homosexualismo creciente no la tienen los manifestantes de hoy sino la generación que la precedió.
  • Ahora bien, el mayor problema sigue sin mencionarse.  
Se acabó el orgullo gay. Váyanse en buena hora. El entrañable momento recuerda la plegaria de aquella buena esposa que encomendaba a su media naranja a las alturas: "Recíbelo, Señor, con la misma alegría con la que yo te lo entrego". Podemos tomarnos a coña -es lo que apetece- el desfile del World Pride y todo su mariachi anexo pero si lo piensas medio minuto… Con Sodomadrid han hecho aparición todos los signos del Juicio de las Naciones, de ese final de la historia que muchos confunden con el fin del mundo. Incluida la falsa Iglesia del falso cisma, porque el silencio de la jerarquía y la clerecía madrileña con el Orgullo Gay, tan amante de la blasfemia (y si no le recordaremos imágenes de los desfiles del Orgullo) llama poderosamente la atención. Pero hay más. Hablando de blasfemia, la ideología de género constituye la aparición en escena de uno de los síntomas clave de fin de ciclo: la blasfemia contra el Espíritu Santo, es decir, que lo bueno es malo y lo malo es bueno. No, no hablamos de una rebelión contra el bien y contra Cristo: eso lo ha habido siempre: se llama orgullo. Y luego están otras cosas por el imperativo categórico de Immanuel Kant. Si lo 'universalizamos', la homosexualidad provoca un pequeño detalle: la desaparición de la raza humana. Por tanto, según Kant, que no era cristiano, esto no es bueno. Además, la ideología de género, alienta el enfrentamiento civil entre las dos Españas: la cristiana y la anticristiana. Para esto no hace falta más que ver lo que ha ocurrido estos días, con una población sometida a la más descarada propaganda pro-gay. Los medios de comunicación y los partidos políticos han sido obligados a tomar partido y todos los han hecho a favor del homosexualismo. Y los que se han puesto enfrente, recordando el sentido común y alguna cosilla más han sido declarados homófobos. Pero ojo: la culpa del homosexualismo creciente no la tienen los manifestantes de hoy sino la generación que le precedió, los padres paganizados. En cualquier caso, veámoslo en positivo: contra homosexualismo, familia numerosa, como la de la imagen. Eulogio López      eulogio@hispanidad.com