• El hombre no puede comprender a Dios pero puede conocerle …y tratarle.
  • Curiosa atmósfera intelectual, que ha cambiado al humilde por el humildico…
  • …quien asegura no poder saber si Dios existe o no existe.
  • A lo que no se atreve es a tratarle; de ahí la desesperación del siglo XXI.
  • Y muchos ya ni son capaces de concebir que "Dios esté pendiente de mí".
  • La desesperación es el agujero negro del alma… y la cotidianeidad de nuestro tiempo.
El título de este artículo no es mío, sino del Catecismo de la Iglesia Católica: "Sin el Creador la criatura se diluye". Sí. El ateo y el agnóstico pueden salvarse pero se diluyen, se mutilan, porque no se trata de aprobar el examen del futuro sino de vivir la vida presente, aquí y ahora, de la única manera en la que el hombre puede realizarse: en compañía de su Creador. Redentor y Padre. En la atmósfera cultural imperante hoy en día, Dios ha pasado a ser, en el mejor de los casos, una cuestión de debate. El problema es que Cristo nunca se deja convertir en medio -por muy gratificante que resulte el debate- en una cuestión, sobre todo porque no es un qué, sino un quién. Se trata, además, del único que puede dar razón de nuestra existencia y que no sólo nos ha creado sino que, además, ama a su creatura. Recuerdo la reacción de un famoso periodista español cuando leyó mi libro (hace mucho tiempo hasta yo escribía libros) titulado: Por qué soy cristiano… y, sin embargo, periodista. Su respuesta fue: "No me ha gustado tu libro. Yo no puedo creer que Dios esté pendiente de mí". Pero lo está. Volvamos al catecismo y a su 'racionalista' y acendrada defensa de que el hombre puede conocer a Dios. Ahí va: "Nosotros podemos realmente nombrar a Dios partiendo de las múltiples perfecciones de las criaturas. Semejanzas del Dios infinitamente perfecto, anque nuestro lenguaje limitado no agote su misterio". Sí, no agotarán el misterio, vaya porquería de dios sería si el hombre pudiera comprenderle. Pero, ojo, sí puede conocerle. Y más Catecismo de 1992: "El Verbo de Dios ha habitado en el hombre y se ha hecho Hijo del Hombre para acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar (esto tiene algo de coña) al Dios a habitar en el hombre (en efecto, algo extraordinariamente costoso), según la voluntad del Padre". Eso de que Dios se acostumbre al hombre tiene su aquel irónico pero es cierto que el amor del creador ha salvado la insondable falla que separa a la existencia de la nada tragedia al ser… que no otra cosa es el hombre. Pero lo relevante: si el hombre se niega a reconocer a Dios, entonces no sólo no hay salvación eterna sino que se imposibilita para la salvación terrenal. Vamos, que se convierte en un 'amargao'. La desesperación es el agujero negro del alma… y la cotidianeidad de nuestro tiempo. Eulogio López eulogio@hispanidad.com