No es por ofender, pero el Evangelio de días atrás (Mc 16, 15-20) es de esos pasajes que preferimos pasar de puntillas. Una de esas afirmaciones inequívocas en los comentarios de los curas progres, esos curas especializados en menear la cabeza ante las afirmaciones fuertes del Nuevo Testamento con expresión doliente: “Este Jesús, cómo se pasa”.

El mensaje es muy sencillo: el que crea se salvará, y el que no crea se va al infierno. ¡Jo!

El Evangelio es un insulto constante a la modernidad

Si hiciéramos una encuesta entre los agnósticos, no creo que llegará al 1% los que se sintieran culpables de no tener fe. ¿Condenarme yo cuando no tengo fe? Si la tuviera y me comportara mal, todavía.

Pero una de las notas distintivas más reseñables del Redentor es que le importa un bledo el qué dirán. Cristo es lo más políticamente incorrecto que puedan ustedes imaginar.

Además, el pasaje resulta muy poco misericordioso, al menos para esa clemencia edulcorada y cursi en la que hemos convertido a la misericordia de Dios.

Pero una de las notas distintivas más reseñables del Redentor es que le importa un bledo el qué dirán

La fe es algo que me viene dado: si no me la dan, que no me exijan responsabilidades. Sí, pero si la quieres la tendrás. Ergo, si no la tienes eres culpable y te vas al infierno Tranquilos, no se me escandalicen: el infierno existe o no existe independientemente de que usted o yo creamos o no creamos en él.

Y entonces sale el inventor de la fe y asegura que no: que si no crees, eres culpable y te condenas. Un insulto a todo el pensamiento moderno (lo sé, lo de pensamiento moderno es una contradicción en sus propios términos pero resulta cómodo), una injuria a la inteligencia moderna (esta sí que no sé si existe): chirrían las meninges perdidas, ¡qué horror!

Cristo es lo más políticamente incorrecto que pueden usted imaginar

Pero así son las cosas, porque las cosas son como Dios el creador las crea y las mantiene en la existencia. El que no tiene fe, esto es, el que no confía en Dios, se condena para toda la eternidad; el que mantiene su fe, es decir, el que confía en Cristo, entrará en el goce eterno.

¿Y si hay excepciones? No son excepciones, son acomodaciones internas que son invisibles desde fuera. Es decir, invisible desde el otro. 

El mundo y el hombre no pueden ser sino como son

Cada día me convenzo más de que la vida y el hombre no podían ser más que como son, como Cristo las planteó. Sobre todo, por la cualidad fundamental de Creador: se empeñó en crear de la nada hombres libres. Y ahí vino el lío, el grandioso lío, el formidable lío, el maravilloso lío.