• El Gobierno debería actuar contra las eléctricas y gaseras que mantienen abonados contra su propia voluntad.
  • Y en cualquier caso, alguien debería preocuparse de que las liberalizaciones de este sector estratégico de consumo no se queden en papel mojado.
  Caso real de cómo funciona la libertad de elección de proveedor de electricidad y de gas en España. Sobre todo con los jetas del calibre de los italianos de ENEL, que controlan -y vacían- la española Endesa. Clientes de Gas de Endesa -obligados, por cierto-, que comenzaron a serlo cuando una operación empresarial (por ejemplo, la compra de Unión Fenosa por Gas Natural) obligaba a hacerte cliente de electricidad o de gas de una compañía indeseada. No tenía por qué ser así pero el Gobierno permitía que las energéticas lo plantearan como si fuera así. Luego, la compañía tuvo que aceptar que el cliente se marchara. Cosa difícil. Un cliente castellano que quería marcharse de Endesa Gas ha sufrido un purgatorio para conseguirlo. 1.- En Endesa ofrecen teléfonos de pago que nunca responden. Así siguen ganando dinero. 2.- Cuando un cliente se da de baja del servicio, no lo hace, al menos para la compañía que preside Borja Prado, del mantenimiento, que lo siguen cobrando. Ahí comienza otra aventura o, sencillamente, dado que Endesa no le hará ningún caso, el cliente recurrirá a decirle a su banco que no abone dicho recibo. 3.- Y si por fin consigue que le atiendan, le tratarán como a un trapo. El remedio es doble: 1.- Que se aplique en eléctricas y gaseras la misma fórmula que en telecos: que sea la nueva compañía quien tramite el cambio. 2.- Que el Ministerio de Sanidad y Consumo, así como la CNMC, se apliquen contra las energéticas que intentan secuestrar a sus clientes y encima les hacen pagar lo que no deben. Por lo demás, el servicio al cliente de Endesa, el de siempre: un desastre. Eulogio López eulogio@hispanidad.com