Curiosísima noticia la que leo en PR Noticias: “Críticas a Inda y a OK Diario por el tinte homófobo de una noticia sobre Marlaska”. La noticia es la famosa hamburguesa que el ministro se cenó cerca de su puesto de trabajo.

Estoy de acuerdo en que se ha exagerado lo de la hamburguesa. No por parte de OK Diario, sino del PP y Cs: a fin de cuentas, el ministro tenía que cenar algo, aunque estuviera ardiendo, no Barcelona, sino también media España. Y también se ha exagerado con la petición de dimisión de Marlaska por parte del PP y Ciudadanos.

Ahora bien, la reina de las exageraciones es la acusación al periódico que dio la exclusiva, OK Diario, de ‘homofobia’, con el profundo argumento de que el local en el que se tomó la hamburguesa el señor ministro estaba en el barrio de Chueca.

Algo que redundaba sobre la acusación del mismo signo, que el propio Marlaska realizó, en sede parlamentaria, a Ciudadanos, quien le acusaba de haber atizado el Orgullo Gay contra los cargos del partido de Rivera. Ni corto ni perezoso, el ministro del Interior respondió que la preguntante, diputada de Cs Melisa Rodríguez: “Ha hecho un discurso homofóbico” porque “ha tenido en cuenta mi orientación sexual para atacar mi actuación como ministro del Interior”.

Y lo más curioso es que nadie ha llamado homófoba a la ministra de Justicia, Dolores Delgado, por llamar “maricón” a su compañero Marlaska

El objetivo final, además del rasgado de vestiduras de todos los tertulianos sanchistas de RTVE (no todos son sanchistas, sólo el 90%) es este: no te atrevas a criticar a ningún poderoso gay por ningún motivo, o serás un homófobo, delito penado con hasta 3 años de cárcel.

Por cierto, nadie saca a colación en esta historia a la ministra de Justicia, Dolores Delgado, que en su momento llamo ‘maricón’ al propio Marlaska. Pero miren por donde, el aludido no elevó la voz para recriminarle su homofobia.  

Y el lobby feminista imita al lobby LGTB: cualquier crítica a una mujer, por razón de cargo o por motivos profesionales es síntoma inequívoco de machismo. Una manera incontestable con la que los colectivos gay y feminista se blindan contra cualquier tipo de críticas. Si te atreves a discrepar de lo que digo, o bien eres un machista o bien eres un homófobo… y, atención, ambas cosas son delito de oído e ilícito penal: atente a las consecuencias porque puedes acabar en el trullo: ¿de verdad es homofobia decir que el ministro cenó una hamburguesa mientras los disturbios crecían en Cataluña.   

Un manera inteligente, al mismo tiempo, de vulnerar la libertad de expresión según el consabido principio progresista de que “se puede decir de todo por hay cosa que no se pueden decir… porque es delito de odio (Enrique Barón)”.

Yo también quiero ser gay o feminista: nadie se atreverá a criticarme, absolutamente por nada.