Hoy, festividad de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas es el momento de gente como Gabriel Galdón el catedrático de periodismo que lleva tres décadas predicando contra la gran mentira de los medios desde hace un siglo: la objetividad.

En su nueva obra, Infoética, Galdón insiste: la objetividad existe pero tiene que ver con la realidad, con los hechos, no con las personas que los trasmiten ni con la comunicación que es una actividad de los hombres y no de la realidad.

Se lo traduzco: que si la verdad existe la objetividad no es necesaria, lo que es necesaria es la persona honrada, por ejemplo el plumífero, que intenta contar la cosas como son, con el peso de su prejuicios y hasta de sus juicios.

Y resulta que la verdad sí que existe.

La objetividad, la gran impostura, consiste en darle cinco minutos a los nazis y cinco a los judíos

Conclusión: que los periodistas nos olvidemos de la estupidez de la objetividad y volvamos a la verdad, que supone volver a la justicia, a la imparcialidad y a un montón de cosas más, Pero hay que empezar por ahí, porque si resulta que si la verdad no existe, o es inalcanzable, el periodista, y el conjunto de los medios de comunicación, se ven forzados a atenerse a la impostura de la objetividad que, en pocas palabras significa dar cinco minutos a los judíos y cinco a los nazis… y dejar al destinatario con un palmo de narices.

Para un periodista del siglo XXI, la lectura de Galdón debería ser obligatoria.

¿Y para los no periodistas? También.