• En la sociedad de la imagen el hábito es esencial.
  • ¿Y si hace calor? Os fastidiáis.
  • Pobreza, castidad y obediencia: los dos primeros votos son facilones.
  • La soberbia muere 24 horas después del fallecimiento del laico.
  • En el caso del monje son 48.
Fue el lunes. Festividad de San Benito, el tipo que inventó el monacato occidental, con su famosa regla, que apenas ha variado en 1.500 años. Rezar y trabajar que viene a ser lo mismo. En silencio, que Dios no gusta de las almas charlatanas (Santa Faustina) y que si la música es el ruido que menos molesta, la oración es la música más elevada. Por demás, patrón de Europa, porque Europa no se entiende sin sus raíces cristianas y el cristianismo no se entiende sin la vida regular, apartada del mundo… como no se entendería sin cristianos abriéndose paso, en ocasiones a codazos, en medio del mundo. Y todo esto es bello e instructivo, pero lo cierto es que en 2016 el clero regular, el de la regla, está para sacarle con una criba al sol. En contra de lo que dicta la historia, la crisis de las órdenes religiosas ha sido más violenta que la del clero secular, aunque el futuro nunca está escrito. Las reglas femeninas cayeron el día que se quitaron el uniforme. Recuerdo al papa Francisco (lo que tiene que aguantar un papa) recibiendo a las generalas de las congregaciones: la mitad portaba hábito, la otra mitad no. Y eran las generalas… El hábito no hace al monje pero sí a la monja. ¿Machismo? No, me atengo a Santa Faustina cuando, gran defensora de la religiosidad femenina y en general de la mujer, propugnaba la supresión en los monasterios de "esas pequeñas cosas a las que las mujeres nos apegamos tanto". Por ejemplo, la vestimenta. Y los frailes varones lo mismo: relajación de la regla, como si el amor de Dios no fuera exigente. Y abandono del hábito, claro, que es algo más que un símbolo, es tu uniforme y tu primer instrumento de evangelización. ¿Qué el uniforme es algo formal? Y un jamón de mono: en la sociedad de la imagen el hábito es esencial. ¡Si San Benito reviviera gritaría a sus monjes de hoy, así como a las monjas de sus hermanas, Santa Escolástica: ¡Volved a vestir el hábito, pedazo de macarras! Luego está lo importante claro. Pobreza, castidad y obediencia. La crisis actual de las órdenes religiosas no viene por las dos cuestiones primeras. No, viene por la tercera, por la obediencia, el voto más difícil, el contrapeso del primer pecado capital. No olvidemos que si para el común de los mortales, la soberbia muere 24 horas después del fallecimiento, en el caso de las almas consagradas el peligro es que muera a las 48 horas, haciendo honor a lo que los diablos de Clive Lewis calificaban como el vicio más exquisito de la humanidad: el orgullo espiritual. Pero empecemos por el hábito: que os enfundéis el talar de nuevo, puñetas. Como su mismo nombre indica: hasta los talones. ¿Y si hace calor? Os fastidiáis. Eulogio López eulogio@hispanidad.com