Es peligroso que el ditirambo fúnebre oculte la verdad. Ya sabes: si no puedes alabar, cállate.

No me caía mal Alfredo Pérez Rubalcaba, porque era un hombre, si no humilde, sí discreto y poco altanero, lo cual es muy de agradecer, especialmente en el PSOE. Ahora bien, también era un mentiroso compulsivo, un negociador con el que no te podías confiar y, ¡ay dolor!, algunos aseguran que tampoco te podías fiar.

Y sí, fue un hombre de Estado, pero también un mentiroso

En cualquier caso, Rubalcaba no fue el hombre que terminó con ETA. Ese mérito se lo reparten entre muchos, de distintas ideologías. Y no olvidemos que ETA siempre odió más al PP que al PSOE. Pero Rubalcaba sí fue el hombre que introdujo el Zapaterismo en España, y con ZP, no lo olviden, regresó el guerracivilismo al país tras un cuarto de siglo de concordia nacional y de olvido de la contienda civil. ZP llegó a La Moncloa para resucitar el odio, gracias a Rubalcaba.

Su famosa frase: “Los españoles no merecen un Gobierno que les mienta”, un día después de que 193 personas resultaran asesinadas resultó la mentira más gorda de toda la era democrática y provocó un golpe electoral que llevó a ZP -que iba a perder las elecciones- al poder con todos los honores.

Su gran virtud fue la de ser un hombre discreto. No diría humilde, pero sí discreto y poco altanero

Pero, probablemente, lo peor de Rubalcaba fuera su actividad en el Ministerio de Educación a lo largo de diversas etapas. Por ejemplo, influyó en la Ley de Reforma Universitaria, que rubricó para siempre el asalto de los PNN de izquierda a la titularidad en el profesorado universitario y acabó con el sistema de oposiciones. Y eso no tiene marcha atrás. En pocos años, la Universidad española se volvió relativista, progre y el nivel del profesorado cayó de tal forma que hasta Pablo Iglesias pudo convertirse en profesor.

Y lo peor: la influencia de Rubalcaba en la venenosa LOGSE (Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo de España). Allí empezó el proceso socialista de expulsión de Cristo de la escuela española y de un ataque despiadado a la enseñanza católica. Un proceso que ahora nos ha llevado al lavado de cerebro de los niños casi bebés en los colegios tanto públicos como privados, a través de la ideología de género.

¿Lo peor de su fallecimiento? La utilización electoral, especialmente espuria, que Pedro Sánchez ha hecho de su figura, en plena campaña electoral

¿Lo peor de su fallecimiento? La utilización electoral, especialmente espuria, que Pedro Sánchez ha hecho de la figura de Rubalcaba, en plena campaña electoral. Precisamente, Sánchez, a quien Rubalcaba consideraba tan poco como Felipe González, Alfonso Guerra y compañía.