Oigo en la Cadena SER a Pepa Bueno entusiasmada con la entrada en prisión de Rodrigo Rato: “el hombre del milagro económico”.

Al mismo tiempo, veo a Rodrigo Rato pidiendo perdón a los que se hayan podido sentir decepcionados. Una petición que le honra, dicho sea de paso y que desmiente la altanería de la que habla Pepa Bueno y la SER, especialista en hacer leña del árbol caído y pisarle el rabo al león después de muerto.

Rato, es cierto, nos ha decepcionado a muchos. Pero ha levantado la cara al entrar en prisión y eso le honra

Y respecto a Rato, pues sí, Rato nos ha decepcionado a muchos. No por las ‘tarjetas black’ (una verdadera chorrada, por más que la Audiencia Nacional le haya condenado a cuatro años y medio de cárcel), tampoco por la OPV de Bankia, otra verdadera chorrada, sino por el origen de su fortuna familiar. Ahí sí que no puede decir que su hermano y su cuñado fueron los culpables y que él no sabía nada. Ahora, esa tesis resulta increíble. Pero es cierto que con Rodrigo Rato se ha practicado el ensañamiento por parte de los otros y el abandono por parte de los suyos.

Pero, por el momento, Rato sigue demostrando cierta gallardía hacia el poder y una modestia que no entienden quienes, como Pepa Bueno, confunden la justicia con la venganza.