Rocío Monasterio (Vox) ha dicho que el PP no puede obligar a un niño de ocho años a comportarse como una niña ni viceversa. ¿Parece bastante lógico, verdad? Pues le han puesto a parir. Además, es cierto que el promotor es el PP.

Y es que, al menos en la Comunidad de Madrid, los famosos talleres LGTBI fueron lanzados, promocionados y financiados por la Comunidad Autónoma de Madrid, sin esperar a la ley estatal de la izquierda socialista y podemita.

Sí, los lanzó doña Cristina Cifuentes, toda una progre del PP, a quien su máster nos hizo un gran favor a los madrileños.

Y la señora Cifuentes incluso llevó a la Fiscalía –al parecer quería meterle en la cárcel– al director del colegio Juan Pablo II de Alcorcón, de ideario católico, quien se negó a que un grupo LGTBI impartiera una asignatura con ese tipo de argumentos: los niños son niños, según depende, y las niñas, según conviene.

Y es que el PP de Pablo Casado se hunde en la cobardía de lo políticamente correcto

Y esto, con niños –como dice Rocío Monasterio– de ocho años, con o sin permiso de los padres.

Pero lo peor es que la desaparición de Cristina Cifuentes no ha cambiado nada en el PP de Casado. La aspirante a presidenta de la Comunidad de Madrid por el PP, Isabel Díaz Ayuso, pretende seguir los mismos pasos de Cifuentes, simplemente porque la chica es políticamente correcta y no se atreve a enfrentarse al poderoso lobby gay, ni al poderoso líder del PP, Javier Maroto.

Y esto pasa porque el partido de Pablo Casado, tras unos meses, quizás semanas, donde fue esperanza de regeneración moral, está cayendo nuevamente en lo políticamente correcto. O sea, en la cobardía de Díaz Ayuso, una buena representante de esta nueva degeneración del PP.