Arturo Pérez Reverte ha apoyado al blasfemo Willy Toledo porque con ambos ocurre lo mismo que con la pareja formada por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias: son muy distintos pero les une su odio a Cristo, su cristofobia compartida.

Toledo es un pinchaúvas irrepetible, y Reverte es un irrepetible obseso anticlerical al que le gusta calificarse como “un tipo peligroso”. De lo que se deduce una ulterior coincidencia: ambos son dos horteras de bolera.

Toledo quiere destruir el mundo y Reverte culturizarlo con una linterna, objeto con el que resume su curioso concepto de la Ilustración Francesa, llamada a liberarnos de las tinieblas clericales. Willy presume de grosero y Arturo de culto, pero ambos se vuelven incultos y groseros cuando se trata de injuriar a los católicos.

Naturalmente, ambos se cuidan muy mucho de blasfemar contra Alá, porque ambos son muy valientes: critican al fanatismo cristiano pero no el islámico, que practican la venganza.