Las crónicas fechan la conversación en la persecución de los cristianos llevada a cabo por Juliano el Apóstata: cuando un ciudadano fiel al imperio, hoy diríamos un ciudadano constitucional, como Pablo Iglesias, mismamente, y con muy mala leche, se dirigió a un cristiano en estos términos:

-¿Y qué hace vuestro carpintero de Nazaret?

A lo que el cristiano respondió:
-Esta preparando un ataúd para el emperador Juliano.

Muy cierto porque, entre otras cosas, es lo que suelen hacer los carpinteros: ataúdes. Y, en cualquier caso, Dios nunca tiene prisa. Incluso se deja perseguir porque el perseguidor siempre acaba en la fosa, mientras Dios vive para siempre.

Por tanto, tranquilos, no hemos podido caer más bajo… lo cual implica que, a partir de ahora, sólo podemos subir.

Estamos tocando fondo, pero tranquilos: ahora sólo podemos subir

Pero, en el entretanto, podemos y debemos escuchar este trozo, menos de dos minutos, de quien es, en mi modesta opinión, la voz más autorizada del episcopado español, la del obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla. Una verdadera homilía-editorial que lleva por título el “regreso de los bárbaros”.

Monseñor Reig Pla aseguraba días atrás que el vandalismo creado tras la desgraciada muerte de George Floyd era mucho más grave que el mismísimo coronavirus. Es una batalla de síntomas sobre la crisis profunda de la verdad y de la inteligencia, que no se atreve a buscar la verdad.

Un detalle: hay otra violencia peor que la física: ridiculizar el mensaje de los profetas que se atreven a romper con lo políticamente correcto y la violencia que supone el marginar, silenciar y ridiculizar a cualquiera que ose contradecir los dictados del Nuevo Orden Mundial (NOM).

Buen resumen de nuestros tiempos, donde caminamos cuesta arriba, hacia la parte alta del trampolín desde el que daremos el salto.

Mientras, los mismos que se enzarzan con los ancianos muertos preparan ahora la ley de eutanasia.