Más que a unas oposiciones algunos magistrados deberían presentarse a unas elecciones. La politización de la justicia es peligrosa pero la judicialización de la política lo es mucho más. Buen trabajo el del diario Expansión -edición del miércoles 22- bajo el título "Los jueces dinamitan la reforma laboral". Es cierto, la intentan dinamitar. Fallo a fallo, sentencia a sentencia, se han ido cargando la reforma de la ministra Fátima Báñez (en la imagen) en materias que el diario económico concreta requetebién: Eres, ultraactividad de los convenios, despidos, indemnización, tipos de contrato o duración de la jornada. En nombre de los derechos de los trabajadores lo que los jueces hacen es forzar unos sistemas rígidos que desaniman al empresario a contratar y que dificultan la transformación más necesaria del mercado laboral: que los trabajadores por cuenta ajena se conviertan en autónomos. Empiezo a creer que lo que antaño consideré un baldón impresentable -es decir, el hábito de no cumplir la sentencias- resulte hogaño una bendición. Y es que a los jueces les encanta jugar a políticos. Se encargan de aplicar la ley pero algunas veces prefieren modificarlas. Más que a unas oposiciones algunos magistrados deberían presentarse a unas elecciones. E insisto: la politización de la justicia es peligrosa pero la judicialización de la política lo es mucho más. Porque vamos a ver: en materia de flexibilidad, la Reforma Báñez no se pasaba: se quedaba corta, muy corta. Las tres patas de un sistema laboral eficiente, además de justo, son las siguientes: despido libre, impuestos bajos (las cuotas, estúpidos las cuotas) salarios dignos. Con la Reforma Báñez, el PP ha avanzado, un poco, hacia el despido libre, apenas ha reducido las cuotas y los salarios bajos son aún menos dignos de lo que eran. Pero los jueces no suben los salarios (el gobierno sí, vía salario mínimo) y entonces se dedican a desmantelar aquello en lo que habíamos progresado. Sin comentarios. Eulogio López eulogio@hispanidad.com