• Los cuatro grandes partidos piensan igual. ¿La religión? Recluida en el interior de los templos.
  • O peor: en el interior de la conciencia.
  • Los cuatro partidos, desde el PP hasta Podemos, también coinciden en que no pretenden destruir a la Iglesia sino conquistarla.
  • El anticlericalismo de hoy no consiste en quemar templos sino en profanar sagrarios.
Algunos lectores de Hispanidad me insisten, de una y otra forma, en que no puedo equiparar al PP con Podemos, ni tampoco a los cuatro partidos mayoritarios entre sí, en especial por su relación con el cristianismo. Hombre, uno está dispuesto a aceptar que los podemitas, o los socialistas, quemarían templos con más ilusión que Ciudadanos y el PP pero les aseguro que no llego mucho más allá. Además, no estamos en la era de la quema de templos sino en la de las profanaciones de sagrarios. Y en cualquier caso, los cuatro grandes son cristófobos, si lo prefieren, anticristianos. Los cuatro partidos, desde el PP hasta Podemos, también coinciden en que no pretenden destruir a la Iglesia sino conquistarla y convertirla en una falsa Iglesia, al servicio de sus intereses. Que no, que los comecuras no son Pablo y Pedro, son los cuatro, la banda de los cuatro: Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera. Los cuatro coinciden, sobre todo, en una cosa: las religiones debe recluirse al interior de los templos, en primer lugar, y, luego, al interior de las conciencias. Para entendernos, ponerle la mordaza. El peligroso estadista italiano, el Conde de Cavour fue el maestro de Sánchez, cuando sentenció que la religión era una cuestión privada. Por contra, el inductor de Mariano Rajoy es Adam Smith. Convencido de que el Hombre pudiente -con dinero, vaya- siempre sería virtuoso. Para el jacobino Albert Rivera debemos elegir a Rousseau, para quien el hombre bueno, no contaminado ni por la religión ni por sus congéneres, nace bueno y bueno muere. Y para Iglesias, claro está, solo sirve lo de Lenin: eliminad a los curas ortodoxos, a los réprobos mimadles: son de los nuestros. En cualquier caso, el tipo de cristofobia que les une a los cuatro es la reducción de cualquier manifestación de fe a la esfera estrictamente privada: el Estado estrictamente preocupado de la economía. Es la misma organización administrativa que acaba siempre en lo que acaba: en corrupción y cainismo. En cualquier caso, insisto: el anticlericalismo de hoy no consiste en quemar templos sino en profanar sagrarios. La clave está en la eucaristía. Un día les cuento el porqué. Eulogio López eulogio@hispanidad.com