• Puigdemont no tiene nada que perder: estaría encantado de provocar una guerra civil en España.
  • Total: sabe que igualmente acabará en la cárcel.
  • Echarse atrás significa desesperar a todos los separatistas que han convertido la independencia en su religión.
  • Continuar significa el caos para Cataluña.
  • Pero siempre se le puede echar la culpa a un tercero.
Cataluña vive entre una frustración y la posibilidad cierta de que se inicie una guerra civil en todo el país. Claro que también podrían darse el caso de que coincidieran ambas. Al frente de la Generalitat se encuentra un señor, Carles Puigdemont (en la imagen), que nada tiene que perder. Entre perpetrar el DIU (perdón, la DUI, Declaración Unilateral de Independencia) y convocar elecciones, la cosa le da lo mismo. A las elecciones no se presentará y la independencia no le servirá para evitar la cárcel. Detrás de sí, Puigdemont puede dejar a dos millones de separatistas frustrados en su nueva religión, la independencia, o encender la mecha de una guerra civil en toda España. Y también ha conseguido algo más: que todos los españoles estén hartos de los catalanes. No cabe duda: este hombre pasará a la historia. ¡Y de qué forma! Eulogio López eulogio@hispanidad.com