Cunde en las promesas electorales de la izquierda la propuesta del famoso salario social, o renta mínima vital, o como quieran llamarlo. Una cantidad que suele situarse por encima de los 400 euros mensuales y que se ha convertido en el nuevo mantra de la izquierda. Lo cierto es que no deja de suponer una forma de alimentar vagos y una estafa política.

Cuando PSOE, Podemos y otros grupos proponen el salario social están engañando con un brindis al sol: saben que el salario social ya existe, especialmente vía comunidad autónoma. Eso si, con mil denominaciones distintas pero con cantidades similares.

El salario social de 400 euros favorece, además, la economía sumergida porque sale a cuenta… complementado con unas chapucillas en el mercado negro. De esta forma, la crisis de la Seguridad Social se acentúa.  

La renta mínima incentiva la economía sumergida y colabora a la quiebra de la Seguridad Social

Al final, el que recibe un salario social ni busca otro empleo. Y si lo tiene, es, una vez más, sumergido, sin pagar a Hacienda, no porque el empleador sea un malandrín sino porque el empleado no quiere perder la sopa boba de la renta pública asegurada, por no hacer nada.

Al menos, si se otorga el salario social que sea a cambio de un trabajo púbico o de algún servicio social: cuidar ancianos, por ejemplo, una tarea apropiada. Y, de paso, se aprendería un oficio. Lo otro es alimentar vagos, subvencionar al perezoso e incrementar la pérdida de la Seguridad Social.

Pero esto no parece ser el objetivo… ni de PSOE ni de Podemos.