Lo cuenta Fidel García Varona, uno de los pocos sabios que nos quedan. Denuncia la profanación de la Fiesta de la Epifanía, con ejemplos tan concretos como la manipulación de las cabalgatas de Reyes, cada día más políticamente correctas, es decir, más horteras.

Recuerda cuando, en plena Transición, aquel socialismo radical pidió que se suprimiera la fiesta de Reyes como día laboral. Entonces no fue la Iglesia, sino El Corte Inglés y otras empresas y patronales las que se pusieron en pie de guerra: ¿Suprimir los Reyes? Eso nunca, que es uno de los grandes instrumentos de venta.

De cualquier forma, recuerden que hay dos maneras de atacar las festividades religiosas: suprimirlas o pervertirlas. Yo prefiero las primeras pero sé que, ni por un camino ni por el otro, conseguirán lo que pretenden. Al final, el hombre necesita festejar la trascendencia porque, de lo contrario, se está negando a sí mismo. 

Pero no me lean a mí, lean a don Fidel, lo explica mejor. 

Aquí va su carta:

El laicismo, que alardea de desterrar de la sociedad todo significado y contenido religioso-católico, lo manipula hasta la náusea paro profanarlo de la forma más vil, esperpéntica. Se sirve con total ignorancia y desfachatez de los símbolos y celebraciones católicas, para reducirlos con indignidad manifiesta en lo que la más elemental estética queda reducida a una orgía ridícula y reaccionaria construida sobre la ideología de género que desprecia a la mujer y la humilla.

Las Cabalgatas, teniendo un origen tan rico en contenidos simbólicos católicos, han sido secuestradas por los laicistas sectarios para lucir su provocación e ignorancia. Ellos pretenden sustituir a todos los protagonistas evangélicos -desde el Niño Jesús hasta los Sabios, pasando por María Santísima y por el Glorioso San José, y a todos los ángeles y pastores-. A muchos que afirman que eso de los Magos son leyendas infantiles, les encantaría que fueran como son, verdad. A muchos teólogos les molestan y mucho los relatos históricos-bíblicos de la infancia de Jesús, y como no los pueden suprimir de un plumazo, tratan, siguiendo al teólogo luterano Bultmann, de desmitificarlos; sacrifican el Jesús de la Historia por el Cristo de la Fe, pero se quedan, sin Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. Todos los placebos y sucedáneos de la Epifanía del Señor son mofas sacrílegas.