“El que no está solo no quiere morir”, me dice un empresario español confinado y hasta confitado, al que yo nunca había oído hablar en esos términos.

Pero tiene razón. La principal causa de suicidio es la soledad, disparada ahora con el Covid-19.

Lo que mata es la soledad. Y el coronavirus aisla

El creyente cuenta con la compañía del Padre Eterno, el no creyente cuenta con la compañía de los suyos. Pero, ¿qué ocurre con el que carece de Dios y carece del hombre?

Y esto se hace especialmente visible con los ancianos. ¿Cómo hemos podido tratar de forma tan cruel a nuestros mayores? No me refiero a que no les hayamos curado: no somos taumaturgos, tampoco los médicos. No, nos hemos comportado cruelmente con ellos porque les hemos condenado a la soledad. No les hemos acompañado. Y lo que mata es la soledad.

El coronavirus es un virus realmente letal. No sólo porque provoque muertos sino porque aisla.