• Las cuestas del Estado son electoralistas, como también lo fue el Plan de Apoyo a la Familia.
  • Rajoy no es una excepción al utilizar todos los resortes para ganar las próximas legislativas.
Vamos a decirlo sin rodeos: difícilmente puede avanzar un país si descuida su bien básico, la familia. Y eso es precisamente, al margen de otras consideraciones, lo que dejan sobre el tapete los Presupuestos para el próximo año que presentó ayer martes el ministro Cristóbal Montoro. Entre esas otras consideraciones está, cómo no, su marcado acento electoralista, a pesar de que se desconoce quién gestionará finalmente las cuentas del Estado si el PP no gana las próximas legislativas. Esa es la razón subliminal de que aumenten determinadas partidas, como el gasto social,  o que explica algunos guiños, a golpe de talonario, a determinados sectores y autonomías (los funcionarios o Cataluña, por ejemplo). Ahora bien, hay que decirlo todo. No es una novedad ni es necesariamente perverso que eso suceda. Todos los partidos han hecho lo mismo para ganar unas elecciones, aprovechando todos los resortes que tienen a su disposición desde el poder. No iba a ser el PP de de Mariano Rajoy (en la imagen) una excepción. Otra cosa es que falte mesura al hacerlo, lo que es prueba una prueba palmaria el escenario poco favorable, en términos electorales, para el partido en el Gobierno. Pero sobre la política de apoyo a la familia, como decía, nada nuevo desde el anuncio, en mayo, del Plan Integral de Apoyo a la Familia (PIAF), que presumía, con poco fundamento, de ayudar con 225 medidas a los hogares. De hecho, fue rápidamente fue descalificado por los potenciales beneficiarios de esas ayudas como "electoralista, cortoplacista y de maquillaje". Fundamentalmente por una razón: nacía sin una dotación presupuestaria y nada obligaba a su cumplimiento porque no es una ley. El pronóstico de entonces se convierte en realidad ahora, con los Presupuestos para el próximo año. El Plan de Apoyo a la Familia recogía, en efecto, un puñado de medidas, pero que se quedaba más bien en poca cosa y presupuestariamente en nada. Agua de borrajas. Entre las medidas estrella, por ejemplo, estaba el aumento de hasta un 15% en la pensión las madres trabajadoras, dejando al margen de esa ventaja, naturalmente, a las que no trabajan, lo cual no animará precisamente a la natalidad, una de las principales causas del invierno demográfico español. Y eso que una de las razones que inspiraba el plan, según explicó el ministro Fernando Alonso, era combatir la caída de la natalidad. A eso se añade ahora que la única partida visible de apoyo a la familia en las cuentas del Estado, como informábamos ayer, es la consignada para el Ministerio de Sanidad, que contará con 2.029 millones y que se pierde entre los créditos transferidos al Imserso y al Apoyo a la Familia y a la Infancia. Sanidad, de hecho, es el tercer ministerio menos favorecido, después de Presidencia y Agricultura. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com