La pobreza no es un mérito, la riqueza no es un derecho. Revelaciones de Cristo a la madrileña Marga (sí, yo creo en ellas): "Falsos pobres que lo son porque no pueden acceder al dinero, no por verdadera elección de la pobreza radical evangélica. Me gustaría veros con dinero, ¿qué no seriáis? ¿por qué juzgáis tan duramente a los que lo poseen? ¿Y por qué os creéis mejores que ellos sólo por ser pobres?". La pobreza no es un mérito ni lleva al descubrimiento de la verdad, el bien o la belleza. El pobre puede ser injusto, tan injusto como el rico, solo que dentro de sus posibilidades. Eso sí, hay que ayudar al pobre a salir de la pobreza pero también hay que ayudar al miserable a salir de la miseria. Resumiendo: "La pobreza no es un valor absoluto. Lo absoluto es Cristo". Juan Pablo II defendía la propiedad privada pero, al mismo tiempo, recordaba a los ricos que esa propiedad privada tiene una "hipoteca social", es decir, ser pudiente conlleva una responsabilidad con los que no lo son tanto. Esta es la cuestión. Ahora bien, las revelaciones a Marga también tienen tela. Van al origen de la riqueza: "Y vosotros ricos, ¿hacéis buen uso de ello dándoselo a los pobres? ¿O buscáis sólo cómo enriqueceros, aún a cosa de la mentira y poniendo a mi Iglesia como fondo de vuestras propias ganancias?". Esto último muy de actualidad: no utilices la fe para justificar tu egoísmo o tu inacción. Citas ambas extraordinariamente pertinentes en el momento presente, en España. Eulogio López eulogio@hispanidad.com