• En contraposición, el más rico del cementerio.
  • Pobreza de espíritu: lo que no entienden ni Rajoy ni Pablo Iglesias.
  • El pobre aferrado a su miseria es una de las figuras más indignas y deprimentes de la historia.
  • El fin de los poderes públicos no debe ser la igualdad ni el reparto, sino el mérito y la oportunidad.
  • La pobreza espiritual no consiste en miseria, sino en austeridad.
  • La riqueza no es abundancia sino humildad, desapego por lo superfluo.
Hay mucho cachondeíto cuando se habla de la pobreza evangélica y del rico no apegado a las riquezas. En seguida pensamos: Déjese usted de historias. Todo eso está muy bien, pensamos con sonrisa sardónica, pero pobre es el que no tiene un duro y rico el que cuenta con activos, a ser posibles financieros, que no manchan… y se pueden dilapidar virtualmente, en un instante, claro está. En este marco se encuadran tanto el Partido Popular como el PSOE o Podemos. Para Rajoy, lo único que importa es el éxito económico macro mientras que socialistas y podemitas hacen hincapié en el capitalismo de Estado, en las subvenciones públicas, en plata, en el dinero de los demás, a los que se les extrae su riqueza de forma coercitiva, vía fiscal o vía expropiación. Pero tanto la izquierda como la derecha tienen esa visión capitalista de la pobreza y la riqueza, que, a la postre, se concreta en el estado de una cuenta corriente y en el acceso a servicios gratuitos. Esto es, en el capital. A la derecha y a la izquierda españolas, tan simplonas, conviene recordarles las palabras de San Agustín (en la imagen), dedicadas al pobre material que no lo es espiritual: "Óyeme señor pobre, sobre lo que dices. Cuando te llamas a ti mismo Lázaro, aquel santo varón llagado me temo que por soberbia no sea lo que dices. No desprecies a los ricos misericordiosos, a los ricos humildes". Y añade este mensaje: "Pobre, sé tú pobre también. Sé verdadero pobre, sé piadoso, sé humilde. No te gloríes de tu harapienta y ulcesora pobreza". El pobre aferrado a su miseria es una de las figuras más indignas y deprimentes de la historia, sólo superado por el millonario aferrado a su riqueza, que acumula bienes para ser… el más rico del cementerio. A ver Mariano, Pedrito y Pablito. Varios mandamientos: El fin de los poderes públicos no debe ser la igualdad ni el reparto, sino el mérito y la oportunidad. No es igualdad de medios y recursos sino igualdad de oportunidades para obtenerlos. La pobreza espiritual no consiste en miseria, sino en austeridad. Por eso hay algunos millonarios (reconozco que pocos) que son verdaderos pobres de espíritu. Porque la riqueza no es abundancia sino humildad, desapego por lo superfluo. Y sí, sobre la riqueza pesa una hipoteca social. Pero ningún mérito tiene si esa hipoteca es forzada. Otrosí: ser pobre no supone ningún derecho a nada, ni ningún mérito, ni excusa para el rencor contra el rico. Eulogio López eulogio@hispanidad.com