Las víctimas de la pederastia clerical (aberrante, pero marginal respecto a la pederastia total) aseguran que quieren “hechos”. Uno comprende su dolor pero no acabo de entenderles. ¿Qué hechos?

¿Que la propia Iglesia denuncie a los tribunales a los curas pederastas? Pero si eso ya lo ha hecho. Incluso, ha acusado a inocentes. 

Pero hay más. La delación no puede ser el arma de la iglesia contra la pederastia.

Personalmente, prefiero un obispo que abofetee al cura pederasta que otro que se lave la manos poniéndole ante los tribunales

Escuchen esto, leído en el diario La Razón, que no es uno de los empeñados en golpear a la Iglesia de Cristo: “hace ya tiempo que la Iglesia, a despecho de la normativa eclesial sobre el secreto, traslada a la autoridad civil los casos de pederastia que surgen, pero la Cumbre vaticana no trataba de la casuística, sino de algo mucho más trascendental: conseguir ese cambio de mentalidad que convierta a cada uno de sus miembros, sin excusa ni justificaciones, en agentes activos contra la lacra de las agresiones sexuales en la infancia, también cuando se producen fuera del ámbito eclesial”.

Con todo respeto hacia mi amigo, el gran periodista Francisco Marhuenda: Paco, lo que estás proponiendo es la delación.

Y dejando a un lado que pasar de la autoridad eclesiástica a la civil arregle algo, que no lo tengo claro, aclarémonos: el sacramento de la confesión no casa con la delación. De hecho, la confesión es lo contrario de la delación. Mal camino ha elegido El Vaticano, acosado por la pedofilia clerical sobre la que, por otra parte, nadie se pregunta el porqué.

Casos ha habido donde los jueces han intentado obligar a obispos y sectores a romper el secreto de confesión. Y alguno lo ha pagado caro

En la confesión, el penitente se acusa de sus faltas, en la delación el malvado es acusado, generalmente por un anónimo.

Y la opción resulta especialmente peligrosa en la actualidad, porque aumentan los casos donde los jueces han intentado obligar a obispos y sacerdotes a romper el secreto de confesión. Y alguno lo ha pagado con la cárcel… y no era pederasta… sólo que, presuntamente, no había luchado con fuerza contra los casos de pederastia.

Y ojo, porque el Enemigo está aprovechando la pedofilia clerical para violentar el secreto de confesión, no admisible ante los tribunales civiles

Personalmente, comprendería a un obispo que arreara un par de bofetadas al cura pederasta y se preocupara de sus víctimas, antes que a otro que se lavara las manos poniendo al pecador ante los tribunales en lugar de exigirle la penitencia debida por sus faltas.

Y ojo, porque el Enemigo quiere atacar el secreto de confesión, no admisible ante los tribunales civiles. Y lo hace aprovechando los casos de pederastia.