En este punto, lo de menos es que se considere la homosexualidad una enfermedad o una inmoralidad. En Hispanidad consideramos, como lo considera la Iglesia católica, que los actos inmorales constituyen una inmoralidad.

Lo importante es que Ignacio Aguado, el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, ha traicionado, de nuevo, a la presidenta Isabel Díaz-Ayuso (PP) y a Rocío Monasterio (Vox) en materia LGTB. Si en algo hizo hincapié Monasterio es en modificar las dos leyes LGTB de Cristina Cifuentes. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa.

Por supuesto, todo el mundo acudía a la sancionada de forma libérrima. Si querían abandonar la homosexualidad para ser heterosexuales, era porque les daba la gana

Resulta que Elena L. R. ha sido sancionada por la Comunidad de Madrid por ofrecer terapias para abandonar la homosexualidad y pasarse a la heterosexualidad. Nadie obligaba a acudir a esas 'terapias'. El que acudía allí, iba porque la deba la gana. Pero, según las leyes Cifuentes, resulta que el simple hecho de ofrecer ese servicio es homofobia. 

Y miren por dónde, resulta que el caso, como el del director del colegio Juan Pablo II de Alcorcón, fue rechazada por la Fiscalía que no vio delito alguno. Ahora bien, Aguado, hombre capaz, llega más allá que los fiscales y tramita una multa de 20.000 euros por sanción muy grave.  

Esta es una nueva traición de Ignacio Aguado (Cs) a Isabel Díaz-Ayuso (PP) y a Rocío Monasterio (Vox) .