• Al final, la justicia se ha convertido en un instrumento para resentidos.
  • Con unos jueces a los que les cuesta mucho salirse de lo políticamente correcto.
  • Al final, todo concluye en una justicia al servicio de los poderosos y en el ensañamiento con el débil.
Nos arrepentiremos del poder otorgado a los jueces… y el pesar nos durará un par de generaciones. Por lo menos. Hemos idolatrado a los jueces y sus sentencias es lo único que no se discute. Como para echarse a temblar. Por ejemplo, los perversos utilizan la ley y a la Administración de justicia para saciar su sed de venganza, mientras jueces y fiscales intentan no salirse de lo políticamente correcto. La combinación de ambas realidades confluyen en esta conclusión: ensañamiento con el débil y hacen realidad aquella definición de Jurado por Noel Clarasó: grupo de personas que se reúnen para decidir cuál de los dos abogados es el mejor. Eulogio López eulogio@hispanidad.com