• Libertad es autogobierno, no ser esclavo de nuestros propios instintos.
  • No es cierto que queramos ser libres: preferimos vegetar a vivir.
  • "Nuestra tierra es la gracia de Dios en nosotros".
  • Nuestra vocación no consiste en ser consolados, sino en consolar. 
  • En cualquier caso: de derrota en derrota hasta la victoria final.
Es una homilía y merece la pena escucharla entera. La pronunció Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá (en la imagen), sin duda uno los mejores cerebros de la jerarquía eclesiástica española. Y además, se le entiende todo. Me quedo en algo muy simple: comienza su mensaje el obispo Reig con un "a veces los cristianos nos sentimos culturalmente huérfanos". En efecto, somos como los perseguidos del sistema. No hace bonito en el mundo intelectual, artístico o periodístico occidental (no digamos nada en el político) confesarse católico. Es como si la visión cristiana pudiera ser orillada, marginada y, en cualquier caso, ninguneada. Segundo mensaje: a veces nos pesa nuestra libertad. No es verdad que suspiremos por ser libres. La mayor parte del tiempo desearíamos no serlo: tener cubiertas nuestras necesidades primarias. Y con ello, vegetar, no vivir. Porque, además, resulta que libertad es autogobierno y eso significa autocontrol, lucha contra uno mismo, resistirse a ser esclavo de nuestros  propios instintos. Encima, el cristiano no pertenece a ningún lugar: "nuestra tierra es la gracia de Dios en nosotros". Nuestra vocación no consiste en ser consolados, sino en consolar. Y hasta tiene cierta lógica: lo que mejor define al cristiano es lo de "derrota en derrota hasta la victoria final". Todo encaja. Eulogio López eulogio@hispanidad.com