• La necesidad de financiación de la economía garantiza el futuro de los bancos.
  • Han probado, de momento, su capacidad de supervivencia: ganan dinero.
  • Pero eso no es suficiente para el inversor, que busca negocios rentables.
  • Tendrán que cambiar hacia modelos diferentes a los actuales.

Que los bancos no pasan por su mejor momento está claro pero de ahí a pensar que tienen fecha de caducidad va un trecho como quien dice. "No me imagino un mundo sin bancos", he respondido, este jueves, Rafa Alonso, uno de los analistas de Bankinter, a la inevitable pregunta del oscuro futuro del negocio bancario. La razón es relativamente sencilla: la economía necesita financiación y sin bancos queda coja esa herramienta. Alonso ha ampliado el foco a todos los ángulos, privado y público, particulares y gobiernos. La duda tiene una explicación, a juzgar por la pesadilla que viven los bancos desde hace tiempo por dos cuestiones, básicamente: la política monetaria, con unos tipos de interés en mínimos que ha estrangulado sus márgenes de negocio y los excesos en las crecientes exigencias de fondos propios. Lo primero es visible en las valoraciones en bolsa, lo segundo se mide periódicamente en test, como si lo más importante en ese negocio fuera el tamaño, frente al resto de males (rentabilidad, morosidad, eficiencia…). A partir de ahí, la banca ha cruzado una travesía en el desierto pero sobrevive. Dicho de un modo simplón: sigue ganando dinero a pesar del escenario más adverso. Por ahí va uno de los mensajes de los analistas de Bankinter. Otra cosa es a qué precio será. Posiblemente pase por grandes transformaciones en el modelo de negocio. O lo que es lo mismo: están abocados a reinventarse, no les queda otra. Eso puede traducirse en el futuro en bancos muy diferentes a los modelos actuales. Les han salido, mientras, competidores en sus frentes débiles de los servicios financieros, como las fintech (un ejemplo), pero esos instrumentos son insuficientes, por muy bien dotados que estén, para servir de mediadores a gran escala. Ahora bien, eso no garantiza el atractivo para los inversores. En ese desafío siguen. Rafael Esparza