Nuevo Mensaje de Cristo a la madre de familia madrileña Margarita de Llano (sí, creo en el carácter sobrenatural de esos mensajes, estoy convencido de que no son un infundio ni tampoco han sido prohibidos por la jerarquía eclesiástica): aquí lo tienen.

Esta vez estamos ante un bronca, no a los que rechazan estas manifestaciones extraordinarias o simplemente viven a espaldas de Dios (una actitud fea y perniciosa, escasamente edificante) sino a los que sí creen en ellas. Por ejemplo, a mí.

Idea primera: ni el mundo se va a acabar ni nuestras vidas se van a detener. De lo que no se infiere que haya que cruzarse de brazos.

Ahora bien, segunda idea… y atención al “sólo”, que tiene cierta coña: “Ahora mismo, sólo estáis en un momento que van a pretender que nadie se mueva social y económicamente si no está controlado por ellos”.

No estamos ante el fin del mundo, pero sí ante una persecución, que no tiene por qué ser violenta, al menos en todas las latitudes, donde el cristiano pasa a ser un bicho raro al que conviene recluir en el silencio. No deja de ser la cosmovisión de Benedicto XVI, el mismo Papa que no dejaba  de repetir aquello de que los católicos debíamos acostumbrarnos a ser minoría.

Más ideas del mensaje: el Reino de Dios no tiene por qué venir por las bravas. O sea, mejor no confiar en los augures de desgracias. Y no debemos desearlo, porque un cristiano no desea la aniquilación de sus hermanos.

Esto no es el fin del mundo, no vivimos el fin del mundo, en todo caso, el juicio de las naciones. Y también esto puede evitarse: para ello, hay que volver a Cristo. Y nunca como ahora, advierte el mensaje, la alegría se ha convertido en el signo de los cristianos en medio de un mundo amargado… y no sólo por el coronavirus.

Más: las catástrofes naturales (ojo naturales) no tienen por qué llegar. Estas palabras tienen su valor, en plena neurosis global por el Covid-19, y resultan bastante pertinentes.

Otro detalle: un rasgo de soberbia en el cristiano comprometido de hoy: antes que convertir a los demás, debes convertirte tú.  

O sea, que “ni se acaba el mundo, ni se detienen vuestras vidas”… “Ahora mismo sólo estáis en un momento que van a pretender que nadie se mueva social y económicamente si no está controlado por ellos.
Aún así, tranquilos: “ellos” son humanos, como vosotros, y existen medios para escabullirse de sus planes. Estad Conmigo y los veréis. Yo os prometo el (Mi) Espíritu Santo”.

Insisto en el mensaje central… del mensaje “Ni se acaba el mundo, ni se detienen vuestras vidas”. Y más: “Si habéis pensado esto es el ardid de la serpiente y habéis caído en él”.

Y para concluir: “Congregaos en torno a María. Acudid a Ella. Ella os librará del influjo del miedo y la paralización de todo. No os quiero miedosos y pasivos. Os quiero activos y valientes. ¿Por qué asustaros?”.