• El bhramanismo (Bhraman) no es más monismo filosófico.
  • De él deriva el materialismo más ramplón y el más sofisticado.
  • El más sofisticado lo representa lo que ha dado en llamarse neurociencia, que creen en la tontuna de la materia inteligente.
  • Pero no olvidemos el otro monismo: el espiritualista, aún más peligroso que el materialista.
  • Y frente a ello, el cristianismo, espíritu y materia.
Lo que llamamos orientalismo, la filosofía y la religión procedente de la India y que ha infestado el mundo, no es budismo. Probablemente sea al budismo el que no puede calificarse de religión sino de un ordenamiento social. Un, poco soso, pero qué le vamos a hacer. ¿Qué es el monismo? Una sola sustancia de la que estaría hecho el universo entero y también la partícula del mismo llamada hombre. Algo así como si todos los platos de la cocina se hicieran con una misma pasta salida de una máquina. El monismo puede ser materialista: sólo existe la materia, o espiritualita, que es mucho peor: la materia no existiría solo la psique. Los abusos que la 'new age' hace del concepto de energía es un monismo espiritualista especialmente actual y particularmente tonto. Y el más conocido, o mejor, el más reconocido, aunque insisto en que menos peligroso, es el monismo materialista: no existe el espíritu. No se crean que estas cosmovisiones son frecuentadas por clases iletradas o semianalfabetas. No, los sesudos científicos de la neurociencia, tan de moda, son otros monistas materialistas y, en ni humilde opinión, tan majaderos como los de la Nueva Era, sólo que mucho más respetables, de mucho ringorrango. Frente al monismo se opone el cristianismo, que habla de una cosmovisión dual: espíritu y materia, algo demostrable pero, sobre todo, comprobable. No confundir dualidad con dualismo, la complementación histórica, e histérica, entre el bien y del mal. Nada más lejos del cristianismo que el maniqueísmo, ya desguazado por Tomás de Aquino en el siglo XIII: no existen el bien y el mal, sino que el mal no es sino la ausencia de bien, entre otras cosas porque la existencia es, en sí misma, un bien. Ahora bien, todo esto viene a cuenta de algo muy simple y muy olvidado. En una sociedad de pensamiento único y uniformado que ha olvidado preguntarse por las causas primeras no es que se viva al margen de la filosofía y el dogma: nadie puede vivir al margen de la filosofía. No, ocurre que se vive según dogmas no sólo oracionales -eso es lo de menos-. Sino, sobre todo, poco razonables. Como el monismo. Eulogio López eulogio@hispanidad.com