• La madrileña Marga no es una vidente, en efecto: lo que trascribe son locuciones. Oye, no ve.
  • Y si se trata de una chiflada, ¿por qué ese terror a leerla?
  • Necesitamos libros como los de Marga. Su lectura es tan necesaria como urgente.
Me escriben muchos lectores asombrados de que Hispanidad reproduzca párrafos del libro de una vidente, la madrileña Marga, quizás porque lo de Vidente suena fatal. En este caso, además, no es cierto porque la autora de Reinado Eucarístico, no experimenta visiones sino que trascribe locuciones. No ve, oye. En cualquier caso, el muy racionalista escándalo va a más. Racionalista y como científico dado que cuando respondo que en sus trilogías sobre los tiempos actuales, todos esos protestones se echan atrás: ni 'tocallo', no vaya a manchar. En cualquier caso, me sorprende este miedo a lo numinoso en época de increencia. Si Marga es una chiflada, ¿qué daño puede hacer leerla? Hay mucho iluminado, ciertamente, y más en estos tiempos, pero ¿de verdad creemos tan poco en nosotros mismos, en nuestra capacidad de discernimiento? Porque, ¿qué quieren que les diga? No hace falta tener mucha capacidad de discernimiento para comprobar la veracidad de quien escribe (no me meto en prácticas raras) sobre el presente y el futuro, sobre Dios y sobre el hombre. Uno lee cualquiera de los tres libros de la madrileña Marga y cae en la cuenta. En tres minutos, de si está ante un estafador, ante un loco o ante un profeta. Se lo diré de otra forma: uno lee a Marga y se da cuenta de que, una de dos: o es Dios o es de Satán. Porque de ella misma, se lo aseguro, no es. Ni de broma. Pero hay algo que me preocupa algo más. Es lo que decía Chesterton sobre la modernidad, esa herejía que no es ninguna herejía porque es la madre de todas las herejías. El inglés más profundo y jocoso de los últimos dos siglos resumía la situación con esta imagen: "Es posible que Julio César no creyese en Júpiter pero no era un incrédulo respecto a Júpiter. Nada había en su filosofía, ni en la filosofía de la época, que le impidiera creer en la existencia de un espíritu personal (Ojo, personal) que prevalecía en el mundo. Pero a los materialistas modernos no se les permite dudar: se les prohíbe creer". Y eso por moderno, no por materialista. Esta es la cuestión. Es una postura precientífica, pre-racional y predominantemente tonta, tontísima. Que concluye como concluye GKC: "Al escéptico moderno se le ha bautizado contra todo lo que había de natural en lo sobrenatural".  Y así, se le ha comunicado a no aceptar ni lo sobrenatural ni lo natural, porque esto (lo natural) lleva indefectiblemente a aquello (lo sobrenatural). En Román paladino, lo extraordinario no es que Marga reciba confidencias de Jesús o de Santa María: lo extraordinario es que cualquier cristiano que se postra en oración, como lo han hecho millones desde hace miles de años, no reciba la respuesta de su interlocutor. Lo normal es que Dios le hable al hombre y lo anormal, desgraciadamente, es que el hombre le hable a Dios. Ciertamente, las locuciones de Marga dicen lo que no dirían otros trascripciones de la oración, pero en su naturaleza son lo mismo y, además, ahí opera la capacidad de discernimiento, para despreciar las imposturas y quedarse con lo bueno. No es tan difícil. Incluso no resulta imposible separar la posible contaminación humana de un relato sobrenatural, porque aquello de que lo natural y lo sobrenatural no son dos realidades separadas, tampoco conexas: son la misma realidad en dos mundos distintos. Personalmente, nunca he visto relatar con tanta precisión los signos de los tiempos como en los libros de esta humilde cuarentona madrileña, de profesión ama de casa. E insisto, si esto es obra suya y no de Dios, yo soy arzobispo primado de España y Cristiano Ronaldo delantero rompedor, todo en uno. Necesitamos libros como el de Marga. El asunto es importante y, a la vez urgente. Eulogio López eulogio@hispanidad.com