• Cuando la ciencia se rinde ante el Creador… de la ciencia.
  • Ninguna imagen, y encima real, en la historia del hombre ha dejado la huella de los Magos de Oriente.
  • ¿Cambiar una tradición? Entonces ya no es tradición, sólo es moda.
Confieso que estas Navidades he descubierto el árbol y hasta a Papa Noel. Con Chesterton, cómo no. También he descubierto el árbol -que tiene raíces cristianas- frente a mi favorito, el Nacimiento, por todo eso se entiende el Espíritu de la Navidad. Pero sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar siempre serán los emperadores de la Navidad, al menos en España y en Iberoamérica: A escudriñar los cielos y al estudio de los más tortuosos enigmas nos hemos dedicado, desde nuestra juventud conocemos todos los laberintos del saber, somos los tres antiguos y sabios, y lo sabemos todo, excepto la verdad. No eran Reyes, ni eran magos -en tal caso astrónomos- ni está claro si todos procedían de Oriente (aunque probablemente venían de Persia, que es Oriente), ni eran tres, ni se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar. Sabemos lo que nos dice el Evangelio, que, siempre lo olvidamos, es el libro con mayor soporte historiográfico de la historia, así como el best seller por antonomasia. Es decir, que los Reyes Magos sí existieron, mientras Santa Claus no es más que una adaptación de Papa Noel. Además, los tres Reyes Magos dan sentido al principio cristiano del Dios… encarnado como Rey de Reyes. La pompa, el poder, la autoridad y la sabiduría humana (Herodes se los tomó muy en serio y no solía tomarse en serio a los menudos, más bien los apaleaba y esquilmaba) se someten a un bebé porque los usos de Dios poco tienen que ver con el de los hombres. Pero sobre todo dan sentido la ciencia humana que se rinde ante el Creador… por ser el creador de la ciencia, mismamente. Ninguna imagen, y encima real, en la historia del hombre, ha dejado la huella de los Magos de Oriente. Quizás por ello, se deja notar la obsesión cristófoba contra los Magos de Oriente y, como todo lo satánico, contra la inocencia de los niños. En el presente caso, esa inocencia infantil se apoya en raíce históricas sólidas. Así que, cuando se pretende "cambiar las tradiciones", por ejemplo, la de la cabalgata de Reyes, ya saben lo que hay que responder: si cambia ya no es tradición, es sólo moda. Lo sabían todo, excepto la verdad. Se la enseñó un bebé y ellos no se asombraron de la paradoja. Eulogio López eulogio@hispanidad.com