• Y si el cristiano no necesita de apariciones ni de voces proféticas, ¿por qué se canoniza a tanto profeta?
  • Y si Lourdes o Fátima no sirven para nada, ¿por qué se aparece la Madre de Dios?
  • ¿O no se aparece en sitio alguno?
  • Y si no se aparece en sitio alguno, ¿por qué Medjugorje se ha convertido en la capital mundial de la conversión?
  • Prefecto Müller: toda la vida cristiana es una revelación privada.
Comentábamos ayer las, un pelín, tautológicas declaraciones del prefecto de la sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller (en la imagen), acerca de la Amoris Laetitia y de las apariciones de Medjugorje. Para entendernos, del Papa dice que no puede cambiar la revelación pero no que no desee hacerlo. Tautológico, oiga usted. De Medjugorje dice que los cristianos no deben esperar que la Iglesia se defina. No está mal, para un hombre que ha formado parte de la Comisión creada por Benedicto XVI sobre Medjugorje. Si no se iban a definir, ¿para qué crear una Comisión? Pero Müller va más allá en su amor por la tautología: "Jesucristo viene a nosotros en la vida de la Iglesia, está presente en los sacramentos y por eso los fieles no deberían depositar excesivas esperanzas en las posibles explicaciones de la Iglesia sobre revelaciones privadas". A ver: si lo que quiere decir Müller es que ni Lourdes, ni Fátima, ni Garabandal ni Medjugorje son necesarias para la salvación, me temo que estamos de nuevo, prefecto Müller, en el terreno de la tautología, que es ciencia tan abstrusa como simplona, porque lo dice todo y no dice nada. Más bien la pregunta es: ¿Qué frutos está cosechando Medjugorje? Y sobre todo: ¿Por qué se crear una Comisión vaticana para discernir la sobrenaturalidad o la estafa -no hay término medio posible- de las apariciones? Y ya puestos, don Gerardo: ¿Por qué puñeta no se han hecho público el informe final de la Comisión? Y si las apariciones no tienen importancia porque poco aportan a la salvación de las almas que se vehicula a través del sacramento: ¿por qué esas presuntas apariciones han convertido a Medjugorje en la capital mundial de la confesión y de la conversión? Y ya puestos, prefecto Müller, ¿por qué el Papa visita Fátima en el centenario de su nacimiento? ¿Acaso camina detrás de  una devoción privada, propia de beatas, sin otro valor que el de una… devoción privada? Para entendernos:
  1. Sobre cualquier hecho extraordinario, nuestra propia capacidad de discernimiento, siempre que esté guiada por una sana rectitud de intención, nos puede decir lo que es Dios y lo que no lo es.
  2. Eso sí: siguiendo a Clive Lewis, que no era ningún mariólogo y además murió anglicano, y siguiendo a los clásicos, sabemos que las mayores aberraciones se cometen al lado del altar.
Lógico, por tanto,  que la Iglesia se lo tome con calma para juzgar, máxime cuando los sucesos extraordinarios pueden ser ciertos, sobrenaturales y, al mismo tiempo, atraer a todo tipo de miserables y estafadores alrededor de esa certeza… Y otra cosa es la tautología de Müller: como son privadas no entro a juzgar. La vida interior, toda ella, prefecto Müller, es privada. La vida sobrenatural es una continua revelación privada de Dios al hombre, y la oración no es más que el diálogo donde Dios se revela al hombre. Y por la misma y 'anti-tautológica' idea el asunto no es si el Papa Francisco puede o no puede "cambiar la revelación". Esto no es un parlamento, ni un tribunal, don Gerardo. Esto es el Cuerpo Místico de Cristo, que no se rige por normas sino por la confianza, es decir, por la fe. Por tanto, dirá usted que el Papa Francisco no ha cambiado la Revelación, ni el Magisterio, con Amoris Laetitia. Lo que ocurre es que debemos leerla con detenimiento y discernimiento. Mismamente, en oración, que es revelación privada y, a veces,  quizás siempre, profética. Y todos le quedaremos muy agradecidos. Pero tautologías no, cardenal. Son aburridas y dejan el mismo sabor que la hiel: molestan y no alimentan. Eulogio López eulogio@hispanidad.com